Organización Sionista Mundial (World Zionist Organization)

30/11, un día para recordar: Los Refugiados Olvidados

Por: Consejo Chileno Israelí

Cuando se habla de «refugiados» en el contexto del Medio Oriente, la mayoría de la gente se refiere, invariablemente, a los refugiados palestinos, pero prácticamente nadie hace siquiera mención a los cientos de miles de judíos que fueron expulsados y debieron escapar de los países árabes e Irán: ellos son los refugiados olvidados.

Por más de veinticinco siglos existieron numerosas comunidades judías en todo el Medio Oriente y el Norte de África, desde Marruecos hasta Irán y desde Turquía hasta Yemen. Comunidades que antecedieron al islam en más de un milenio en Argelia, Túnez, Egipto, Siria o el Líbano. Comunidades tan antiguas como la de Iraq, que data desde el Exilio Babilónico (siglo VI antes de la era común) o las de Libia y Yemen, casi tan antiguas como la bagdadí.

Con la conquista a sangre y fuego de la región por parte de los árabes musulmanes, los judíos, junto con otros grupos nativos de la zona, comenzaron a ser considerados ciudadanos de segunda clase, o «dhimmis», y sus libertades religiosas, educacionales, civiles y profesionales fueron fuertemente reducidas en favor de los nuevos gobernantes. La población judía fue confinada a guetos, se les obligó a pagar la «jizya» (un impuesto especial sobre los no musulmanes) e, incluso, en algunas ciudades se les forzó a portar distintivos en sus ropas para identificarlos rápidamente como judíos.

Con la llegada del siglo XX, la situación empeoró. Los guetos y barrios judíos eran continuamente asaltados por bandas de árabes, la población judía era perseguida, hostigada, aterrorizada y, en muchas ocasiones, masacrada. Los regímenes de los países  árabes recientemente independizados promulgaron leyes y decretos que restringían aún más los derechos de los judíos, expropiaban sus propiedades, y los hacían víctimas de detenciones arbitrarias, tortura y expulsiones.

Uno de los eventos icónicos de esta ola de violencia antijudía fue el Farhud, un violento pogrom ocurrido los días 1 y 2 de junio de 1941 en Bagdad y otras ciudades de Iraq, en el que fueron masacrados más de ciento ochenta judíos, más de seiscientos fueron heridos, y sus propiedades y negocios fueron saqueados. Este hecho marcó un antes y un después para la comunidad judía iraquí, que nunca más pudo sentirse segura en el país que había habitado por más de dos mil años.

A partir de 1947, tras el «Plan de Partición de Palestina», y a contar de la Independencia de Israel al año siguiente, la situación de los judíos que vivían en los países árabes se deterioró todavía más.

Los abusos y la discriminación alcanzaron niveles insoportables. Comunidades judías completas fueron desarraigadas y expulsadas en forma sistemática de los países en los que habían vivido por siglos y sus propiedades fueron expropiadas sin ningún tipo de compensación. Como resultado, de los más de novecientos mil judíos que vivían en los países árabes e Irán a comienzos del siglo pasado, hoy en día quedan menos de cinco mil. Incluso, en países como Libia y Argelia hoy no vive ningún judío. Una limpieza étnica en toda regla.

A pesar de ser un número considerablemente mayor que el de los refugiados palestinos resultantes de la guerra de 1948, son estos últimos -y todos sus descendientes, a diferencia de cualquier otro grupo de refugiados en el mundo- quienes reciben toda la atención de parte de la comunidad internacional, con agencias y organizaciones creadas específicamente para ellos e ingentes recursos monetarios destinados a proveerles asistencia.

Ninguna organización internacional ni ninguna ayuda económica han sido destinadas para mejorar la calidad de vida de los refugiados judíos y de otros grupos étnicos expulsados de los países árabes e Irán.

Ni hablar de compensaciones de parte de los Estados involucrados.

De los más de ochocientos cincuenta mil judíos expulsados, algunos huyeron hacia Estados Unidos, Canadá y Francia, pero la enorme mayoría llegó a Israel, país que llevó a cabo enormes misiones de rescate y evacuación, tales como la Operación Ezra y Nejemiá, en la que se salvó a más de cien mil judíos desde Iraq; la Operación Alfombra Mágica rescatando a casi cincuenta mil judíos de Yemen; y la operación Yajín, en la que el Mossad evacuó clandestinamente a unos noventa y siete mil judíos desde Marruecos. Estos judíos, salvados fueron incorporados, no sin grandes dificultades, a la población del naciente país y hoy ellos y sus descendientes son ciudadanos del Estado Judío.

Son los refugiados judíos, aquellos que aún mantienen las tradiciones de sus comunidades milenarias, que fueron destruidas por el odio judeófobo. Refugiados que el mundo prefiere olvidar, pero nosotros recordamos y seguiremos recordando.

Es por esta razón que queremos extender a toda la Comunidad Judía chilena una invitación a que este 30 de noviembre -el día después de la conmemoración del «Plan de Partición»-, se una al recuerdo a estos “Refugiados olvidados” y juntos pidamos justicia y reparación por la violencia que sufrieron, la que hoy ha sido invisibilizada.

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