

La llegada de la pandemia al mundo durante este año ha significado un cambio drástico en toda nuestra vida social y ha afectado la vida de nuestras comunidades de manera única como nunca había sucedido en los últimos cien años.
La ausencia de servicios presenciales nos afecta y nos genera dificultades profundas en nuestra vida social y comunitarias. Se acercan los Yamim Noraim, y ya surgen las diversas respuestas y discusiones acerca de cómo enfrentar los servicios religiosos que se aproximan, que si servicios presenciales reducidos, que si turnos de minianim, que si streaming, zoom, Facebook live, YouTube u otras plataformas remotas.
Lo que nos queda claro es que los servicios de este año serán absolutamente distintos a los vividos en el pasado.
Sin embargo, hay algo que no puede ni debe cambiar. Es el mensaje que estas celebraciones deben marcar en nuestras vividas, que son permanentes y que van más allá de la coyuntura que vivimos. Y a ese mensaje constante debemos agregarle nuevas y profundas enseñanzas que estos tiempos nos presentan.
En lo que respecta al mensaje permanente de los Yamim Noraim, debemos siempre tener presente el concepto revolucionario judío de la Teshuvá, el retorno, que supone que podemos renovar y rehacer nuestras vidas no importa la edad, ni la etapa de nuestra existencia en que nos encontremos. Que debemos revisar nuestras vidas y nuestras conductas periódicamente, a través de un proceso de auto juzgamiento y profunda reflexión para descubrir nuestras falencias y nuestros errores. Que podemos hacerlo en cualquier momento del año pero que esta época del año es la mas propicia para esa tarea. Todas esas ideas siguen y seguirán presentes en nuestras vidas porque son atemporales y no responden a coyunturas o situaciones puntuales en las que estamos inmersos.
Pero sí hay elementos nuevos a considerar en el mundo al que nos vemos expuestos hace ya varios meses a consecuencia del Coronavirus y que no se refieren a la logística de los servicios religiosos y las actividades comunitarias, sino que responden a una nueva lógica para entender el mundo y nuestra relación con el prójimo, con las instituciones comunitarias y con la sociedad en que vivimos.
Entre esos elementos nuevos que debemos incorporar a nuestra reflexión durante los Yamim Noraim está la idea que la cercanía física no impide la posibilidad de contactarnos y de compartir experiencias de aprendizaje y relacionamiento.
Que los seres humanos tenemos una increíble capacidad de adaptarnos a las más diversas circunstancias y tenemos una capacidad de resiliencia única para afrontar la adversidad. Que la lejanía física no debe ser un impedimento para participar de la comunidad ya que los medios tecnológicos existentes nos permiten llegar a todos lados con puntualidad y sin desperdiciar tiempo.
Pero por otro lado en estos Yamim Noraim vamos a redimensionar la importancia del calor humano y la emoción que nos da el estar uno junto a otro en un mismo recinto físico.
Que no hay plataforma que reemplace una sinagoga repleta en Kol Nidrei, en Neilá o en Yizkor, en donde todos juntos como uno solo rezamos, cantamos y nos emocionamos al compartir con nuestra familia, nuestros amigos, incluso el prójimo que está a nuestro lado y no conocemos, pero con el que compartimos una misma experiencia espiritual y un mismo sentimiento. Que el abrazo, la palmada en la espalda y el beso no pueden ser cambiados por ningún click, chat o WhatsApp que compartamos.
En estos Yamim Noraim vamos a rezar agradeciendo por la tecnología y vamos a rezar pidiendo estar juntos bajo un mismo techo.
Vamos a decir Viva la Tecnología y Viva el abrazo y la caricia en el rostro. Que estos Yamim Noraim nos enseñen y nos sirvan para crecer espiritualmente.
¡¡Shaná Tová!!
Rabino Efraim Rosenzweig