En Reshet no necesitamos un agente topo para develar el abandono en que viven muchos de los ancianos de nuestra comunidad.
El guion de la realidad comunitaria, o para ser justo, de parte de la realidad comunitaria, es así:
Nos enteramos de algún adulto mayor abandonado o recibimos llamadas desesperadas de hijos, sobrinos, amigos, parientes, a Reshet…pidiendo ayuda urgente porque su padre/madre, o la persona que conocen, está en malas condiciones de salud, no pueden vivir solos y no tienen el dinero para costear alguno de nuestros Hogares.
Comienzan largas e intensas jornadas de evaluación de la situación: entrevistas con el adulto mayor y su familia, búsqueda de redes de apoyo, cuantificación de los recursos humanos y económicos disponibles, de cupos disponibles en los hogares…cupos para becados, etc.
Un reconocimiento especial a nuestros Hogares Comunitarios que nos apoyan siempre dentro de sus posibilidades.
Luego se hacen los acuerdos con el beneficiario, con sus hijos, con los hogares, las redes…conseguir becas y sponsors…y muchas promesas de que “yo ayudo”, “yo aporto”, “yo me preocupo”, “yo me ocupo” y el infaltable “¡yo pago!”…
Todo un mundo de promesas y compromisos con tal de que nuestro anciano necesitado reciba el espacio y el cuidado que tanto necesita y merece.
Generalmente los primeros meses de internación son de “leche y miel”.
Los aportes llegan a tiempo, los familiares visitan, apoyan, llevan al doctor, traen los insumos y medicamentos y todo es agradecimiento y buena onda.
Pero al poco tiempo, los aportes comprometidos empiezan a escasear, hay que llamar, perseguir, a veces “amenazar” y las excusas abundan…pues todo es prioridad porque “imposible que echen a tu papá del Hogar por no pagar”, ¡nadie puede ser tan malo! Sabemos por experiencia que lo detallado anteriormente pasa por la disfuncionalidad de la familia.
Y al cabo de unos meses, nuestro adulto mayor-beneficiario, a menudo está sólo.
Lo visitan muy poco, siempre alguna voluntaria es quien lo acompaña a sus citas médicas, otra voluntaria recoge sus medicamentos del consultorio, la trabajadora social le organiza el cumpleaños y compra la torta y regalos…y Reshet haciendo un enorme esfuerzo y campañas para costear el diferencial de la beca que los familiares dejaron de pagar.
Finalmente, al igual que en la película, nuestros ancianos están muy bien cuidados.
Todas sus necesidades cubiertas y reciben mucho cariño de los funcionarios y voluntarios de nuestros Hogares Comunitarios; pero necesitan también del cariño de sus familias y amistades.