

Hoy nuestro Colegio está en silencio, vacío; y nuestra mascota, nuestro perro Chascón, busca a los niños que solo un par de semanas a principios de este año lo habían estado abrazando y correteando.
En esta misma fecha, el año pasado, jamás habríamos pensado que nuestra vida pasaría de clases, a marchas, a cierres del colegio, a la primera línea de las protestas, a la primera línea de la salud, a lacrimógenas, a luchas sociales, a pandemia y a encierro. Nunca nos habíamos puesto en un escenario así, mas de 3 meses sin clases, por un bicho loco que nos desarmaría la estructura de vida, los abrazos, las manifestaciones de afecto, los juegos, el aprendizaje con otro.
Con el estallido social tuvimos que suspender muchas clases. Esto nos llevó a pensar en la necesidad de generar algún mecanismo que permitiera la continuidad en el proceso de formación y aprendizaje de nuestros alumnos, y así, con la iniciativa y apoyo de nuestro Comité Ejecutivo iniciamos un proceso de capacitación a los profesores en la utilización de la plataforma Google Classroom, en pleno mes de febrero. La idea era que los profesores aprendieron a utilizar esta herramienta y suplir cuando, excepcionalmente no pudiese haber clases. Nunca pensamos que esta capacitación, presupuestada a largo plazo debería ajustarse en los tiempos y poner en marcha un nuevo sistema educativo escolar que no conocíamos.
Fue un proceso muy difícil, muy agotador y estresante. Estamos en casa, construyendo espacios personales y profesionales.
La sobre carga es altísima, padres que deben apoyar la labor técnica de profesores, profesores que deben trabajar en sus propias casas, con sus hijos, con los de otros mientras hierve la olla y llama un papá desesperado porque no sabe cómo enseñar matemáticas a su hijo.
Han pasado los meses, y hoy en una forzada cuarentena hemos podido sacar algunas conclusiones, evaluar y analizar cómo llegamos acá, a donde estamos ahora.
Lo primero fue la priorización. Unánime, desde la dirección y desde el cuerpo docente: Vamos con calma, en etapas, no improvisemos. Sabíamos que la ansiedad de los padres sería altísima, probablemente querrían todo altiro, no entenderían las pausas. Pero no importaba, le haríamos frente, porque desde un primer momento nos propusimos como colegio que lo más importante sería la salud emocional de nuestros alumnos. La consigna:
Un niño sano aprende mejor; para el currículo hay tiempo; y por nuestro colegio no ha pasado jamás un alumno que no aprenda.
Con eso en la carpeta empezamos a mantener el contacto con las familias, a trabajar con pausa en la plataforma. Decidimos no hacer clases on line todo el día, sino tomar los lineamientos mas básicos de una educación a distancia, pensando en que la participación del alumno no es voluntaria, sino que dependía de la situación familia. ¿Todos pueden conectarse?, ¿todos tienes dispositivos?
La evaluación sería formativa y no con calificaciones. Tendríamos flexibilidad para nuestros alumnos en la entrega de trabajos y presencia en las clases; o sea, nos adaptamos a un sistema que trataríamos fuera lo más amigable posible. Esa ha sido la base del trabajo de nuestros profesores en el colegio.
A veces el agotamiento nos gana, a veces estamos más sensibles, irritados y se generan conflictos pero debemos continuar con la labor y sacar lo mejor de nosotros y de toda la comunidad educativa.
En estos tiempos difíciles los niños están aprendiendo otras habilidades igualmente importantes que un contenido, tienen toda la vida para aprender ciencias, matemáticas, lenguaje, idiomas, pero tenemos que mantener los valores, el respeto, la empatía, la solidaridad, estamos en un período de incertidumbre nunca antes visto y ellos responden, se conectan, trabajan, entregan sus informes, hablan con los profesores y los ayudan cuando a ellos los supera la tecnología.
Rápidamente nos transformamos como institución y hoy cuando vemos a nuestras familias que donan su descuento a quienes lo necesitan, cuando nuestros alumnos ayudan con lo tecnológico a los docentes, cuando vemos que los profesores han dejado todo en la cancha, que se reinventaron y hoy hacen videos en sus casas, los editan y llaman a sus alumnos por Meet o Zoom; cuando vemos a nuestros profesores jefes hacer su hora de jefatura a través de una pantalla y escuchamos a nuestros hijos reír y organizar convivencias, a pequeños del Gan que saben que no pueden ir a jugar con sus amigos porque así cuidamos a otros; cuando el IV Medio nos calma porque si no entran a estudiar a la Universidad el próximo año no importa, porque pueden ir después; y cuando el centro de alumnos apoya en la campaña de Canastas de Shavuot para las escuelas David Ben Gurion y República de Israel porque hay que darles dignidad a las personas, ENTONCES ya NO IMPORTA el trabajo 24/7, el exceso de pantallas, los dolores de cabeza, los reclamos, las sugerencias individualistas, los egoísmos y lo negativo que puede dejar la pandemia.
Solo rescatamos lo major de cada uno y lo major de lo mejor son nuestro niños, creciendo empapados de solidaridad y empatía.
Ellos son la lección para el Colegio en tiempos de COVID-19. Ellos entendieron desde el primer momento que había que enfocarse en lo importante.
Quiero aprovechar esta instancia para agradecer el trabajo de Raúl y Roberto, por trabajar junto a nosotros día a día ocupándose de nuestro Colegio. También agradecer el apoyo de todas nuestras familias de la comunidad educativa, especialmente la labor de quienes se dedican a la salud, a nuestra primera línea. Agradecer al equipo directivo de nuestro Colegio y a todos los profesores, no solo por lo profesional de su actuar sino por la vocación y el cariño entregado en su labor. Agradecer al Comité ejecutivo por la confianza en nuestro desempeño y por supuesto a los mejores, los niños, a quienes queremos y extrañamos infinitamente.
Lorena Sandoval G
Rectora
Colegio Hebreo Dr. Jaim Weiztman de Viña del Mar