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El mejor de los cuentos

Andrés Meyer K.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura…” Charles Dickens

 

Esta frase de Charles Dickens en su texto sobre la Revolución Francesa bien puede ocuparse el día de hoy para describir el estado del Judaísmo y del Sionismo mundial. Seguramente han escuchado más de alguna vez algo que es una realidad. Vivimos hoy en la mejor época de toda la historia del pueblo judío. Nunca hemos sido tan libres para vivir nuestro judaísmo de la manera que nos guste. 

Tenemos miles de sinagogas, millones de shiurim y gente estudiando Torá todo el tiempo. Gracias a la tecnología podemos acceder online a casi cualquier texto de manera inmediata y gratuita. Sin embargo, eso no quita que enfrentemos importantísimos desafíos como individuos y comunidades.

Podemos decir también sin temor a equivocarnos que este maravilloso proceso histórico comenzó con el retorno colectivo de los judíos a su tierra, la Tierra de Israel después de 2000 años de exilio. Retorno lleno de épica, experiencias y milagros en lo que es uno de los principales éxitos de nuestro pueblo, tanto por lo dura de la tarea como por el poco tiempo en que se logró el objetivo (quizás también una de las mayores epopeyas de la historia de la humanidad).

No cabe duda que Israel tiene muchos logros para mostrar en estos 75 años. País próspero, líder en muchas áreas y con un nivel de desarrollo que lo envidiaría cualquier país. Es el centro de la población judía mundial y corazón de una diáspora que lo mira con orgullo.

Todo esto no quita que Israel y el Pueblo Judío enfrente gigantescos desafíos que nos amenazan como pueblo y si algo hemos aprendido de nuestra historia no podemos dejarlos pasar.

A nivel mundial los fenómenos del antisemitismo y de la asimilación se juntan en lo que parece ser una tormenta perfecta. En Chile, gracias a D´s, no hemos llegado a ataques físicos a personas e instituciones, pero en Estados Unidos y Europa es un fenómeno al alza y eso trae consigo problemas con algunos sectores más alejados de sus raíces que como método de defensa se alejan aún más de su identidad y pierden el orgullo de ser judíos acercándolos peligrosamente al punto de la asimilación.

El fenómeno del antisemitismo es difícil de abordar, puesto que a pesar de los múltiples esfuerzos que se hacen en el área de la educación en general está en la cancha del otro. Sin embargo, lo que si podemos hacer para contrarrestar sus efectos, fortaleciendo nuestra identidad, ser judíos orgullosos de mostrar quienes somos.

En Israel los desafíos son igualmente complejos, tras varias semanas de protestas en las calles se han vuelto a abrir grietas que parecían cerradas. Es mucho más profundo que una discusión por el gobierno de turno o por la famosa Reforma Judicial. Es la división de una sociedad que desde hacía tiempo parecía funcionar como un conjunto y de pronto vemos actos y manifestaciones de diversos sectores que se alejan mucho de una sana convivencia nacional y como dicen por aquí “eso no lo vimos venir…” 

El verdadero peligro es perder el sentimiento de comunidad, de pertenencia, entender que todos somos parte de esta gran misión. El Rabino y ex ministro de Israel, Yehuda Amitai, trae el ejemplo de un Midrash en el Talmud Yerushalm donde se hace la siguiente pregunta: “¿Cómo es posible que en la generación del Rey David, donde todos, incluso los niños sabían Torá habían bajas cuando iban a la guerra mientras que en los días del Rey Ahab que era una generación de adoradores de ídolos siempre salían victoriosos cuando salían a la guerra? La Guemará explica “En los días del Rey David había odio sin causa y delación. Mientras que, en tiempos de Ahab, a pesar de que eran adoradores de ídolos, estaban unidos entre sí, y de ahí que salieran victoriosos en la guerra”. La unidad es el requisito fundamental para nuestro éxito.

Fortalecer la educación e instituciones judeosionistas es una necesidad interminable, estas son el principal motor para nuestra defensa. Tener comunidades llenas de judíos orgullosos y conocedores de lo que somos. Saber ser aporte en identidad para fortalecer nuestros hogares y asumir la responsabilidad que tenemos, tanto en nuestra comunidad como en el entorno donde nos desarrollamos.

D´s nos dio la bendición de vivir en la época de nuestra redención final gracias a la existencia del Estado de Israel, nunca nadie ha tenido más herramientas para construir un mundo mejor que nosotros, gracias a acceso ilimitado a textos y estudio que nuestros antepasados si quiera soñaron, pero ese conocimiento nos hace saber que pasó en la generación del Rey David, conocer el odio gratuito entre hermanos que destruyó el Segundo Templo, ver las razones de estos dos mil años de exilio y a luchar por ser la generación que asumió la responsabilidad, trabajó con unidad y pudo llevar a la redención final.

Que sepamos ser fuertes para apoyar al Estado de Israel y fortalecer la alianza para que en los próximos 75 años podamos seguir sintiéndonos orgullosamente parte del más grande proyecto que hemos tenido como judíos.   

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