“Las expectativas establecidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible están en peligro” advirtió recientemente la ONU en el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2022 (ODS). Y claro que lo están. En un mundo cada vez más desafiante en términos de conciencia medioambiental, la guerra de Ucrania, la pandemia COVID-19, entre otros factores, han retrasado la urgente necesidad de una transición a economías más verdes. A esto, le sumamos el cambio climático, que actúa como “un multiplicador de crisis” y sus devastadores efectos van en aumento. A siete años de haberse pactado los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ellos “están lejos de ser cumplidos”, declaró la ONU.
Y las empresas, ¿cómo lo abordamos? ¿qué hacemos al respecto?
Si bien cada granito de arena cuenta, y las acciones de las personas y familias son, no sólo un aporte, son el ejemplo: lo que los niños ven en las casas, la conciencia que crean. Son el futuro. Pero las empresas se mueven en escalas mayores. El impacto de un cambio de mindset corporativo realmente puede hacer la diferencia.
El cambio climático es un desafío planetario que requiere acciones conjuntas por parte de individuos, y actores públicos y privados. Para estos últimos, adoptar la sustentabilidad como un pilar estratégico del negocio permite influir en la cadena de valor y en los compromisos, generando un efecto cascada.
Y para lograr este cambio es esencial innovar y cambiar el paradigma de desarrollo, poniendo foco en los ODS. En el caso de las industrias, es fundamental invertir en tecnologías y capital humano orientados a contribuir con la protección del medio ambiente, el uso de energías renovables y reducir el consumo de agua y residuos industriales, entre otros.
Nosotros, los judíos que estamos en la diáspora, miremos con atención a Israel. País ícono y referente a nivel mundial en materia de innovación y desarrollo, especialmente en la utilización de recursos naturales y sostenibilidad. Una nación que, en medio del desierto, y rodeado de enemigos, ha pensado y repensado la forma de hacer las cosas y ha enfocado parte importante de sus esfuerzos y recursos en combatir el cambio climático y hacer más sostenible su desarrollo.
El desafío en Chile es distinto, pero cada uno de nosotros desde nuestro quehacer personal y profesional puede contribuir. En mi caso, para fomentar la economía circular y el progreso de las zonas extremas de Chile, en Henkel decidimos abrir una nueva planta en Antofagasta, eliminando los más de 400 viajes anuales que realizábamos hasta la zona con camiones que acercaban nuestros productos, lo que disminuye enormemente la huella de carbono que deja nuestra operación en el planeta.
Esperamos que iniciativas como ésta inspiren a los diversos actores de la industria a actuar en conjunto para la creación de un nuevo ecosistema, que sea reconocido por el fomento y aporte a la sostenibilidad de nuestro país y terminemos las empresas impulsando que este “desarrollo sostenible” del cual tanto se habla, sea sostenible.
Natalia Pardo Krell
Gerente de Comunicaciones Corporativas Henkel Chile – Argentina