BEIT ISRAEL

Felicidad y pensamiento positivo en la Tercera Edad (¡Y en todas las edades!)

Diego Fuks, Psicólogo y Coach

Una persona le dice a otra (que era muy pesimista):
-¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y una pila?
-No
– ¡Que la pila tiene un lado positivo! (Es un chiste).

Uno de los pilares de la psicología positiva es el humor y dicen los grandes conferencistas  que la mejor forma de comenzar una charla es con un chiste.

Tener un pensamiento y actitud positiva mejora nuestro estado de ánimo e influye sobre nuestra felicidad.

La felicidad no es una meta, es una consecuencia de vivir bien.  Si sólo se tratara de una meta,  solo sería una forma más de egoísmo. Si todo se trata acerca de mí (sin pensar en los demás) entonces nunca podré encontrarla. (Tema para otra ocasión por las limitaciones de espacio del artículo).

No creo que exista ni haya existido un hombre en la tierra que haya alcanzado una felicidad completa y absoluta, en cuanto creemos que tenemos o conseguimos lo que queremos, esa satisfacción durará un breve lapso de tiempo. Luego “sentiremos que lo que conseguimos no nos llena tanto como creíamos” y nos embarcaremos en la búsqueda de un nuevo desafío (y eso es la vida).

Jacques Lacán (Médico psiquiatra y psicoanalista francés) dice que el único momento donde nos sentimos absolutamente  completos es cuando estamos dentro del vientre de nuestra madre. Una vez que nacemos, sentimos la “falta de esa idílica situación” y nuestra vida se basará en la búsqueda de repetir esa experiencia. La mala noticia: no vamos a poder encontrarla. La buena noticia: nos hace buscar y nos desafía a superarnos, nos permite mantenernos activos.

Una vez leí que un sabio decía que la mejor manera de comenzar a superar la depresión es la actividad, ponerse en movimiento. ¡Interesante!   (Pero no es nuestro tema de hoy).

Tengo otra noticia (puede ser mala y buena a la vez).

La felicidad tiene una base genética. Los científicos dicen que el 50% (¡Sí, la mitad!) de nuestra felicidad “ya viene de fábrica”.

Nuestros estados de ánimos más comunes, nuestras formas de encarar la vida, nuestros niveles de optimismo y pesimismo, lo traemos al nacer.

Hay una fórmula matemática de la felicidad (¡Sí querido lector, leyó bien!).

F (Felicidad) = S (50%) + CV (10%) + FV (40%)

La letra (S) es de Seteado (Set) (concepto traído de la computación, los programas que trae instalados la computadora cuando la compramos), como dije, es cómo venimos de fábrica (lo que traemos al nacer, no venimos al mundo como una “pizarra en blanco”) y es la mitad de la ecuación (bastante, ¿no?).

Ahora la buena noticia: Se sabe que lo que sucede en nuestro cerebro (neuronas) afecta a nuestra mente (pensamientos). Hoy sabemos que nuestros pensamientos pueden modificar la estructura y función del cerebro. Entonces una persona pesimista o generalmente triste puede convertirse mediante sus pensamientos en una persona optimista en un mediano y largo plazo.

CV son “las circunstancias de la vida”, cosas que nos sucedieron y nos suceden pero que no tenemos formas de cambiarlas, por ejemplo: país donde nací, los padres, el clima, el gobierno de turno, etc.), para muchos esto representa uno de los factores que más influye sobre su felicidad, ¡Pero solamente es un 10% de la ecuación!

FV son los “factores de la vida” que Sí podemos cambiar. Por ejemplo: la casa que tenemos, nuestro trabajo, la gente con quienes nos reunimos, etc. Todo esto se encuentra bajo nuestro control, muchas son difíciles de cambiar pero dependen de nosotros y representa el 40% de la fórmula. Es un gran porcentaje y ¡Tenemos el dominio sobre esto!

Te dejo dos ejercicios para que incrementes tu pensamiento positivo:

  1. Enchula tus pensamientos (frase que viene de “adornar” con accesorios los autos, como ponerles mejores ruedas, un equipo de música más potente, paragolpes cromados, etc.). Entonces “adorna” tus pensamientos: “Tengo una casa chica y no me gusta”…Ahora encuentra (“enchula”) el punto positivo:

“Pero es muy calentita en invierno”…o “Es luminosa” o “Tiene una vista fabulosa a la cordillera”, o “Me queda cerca del supermercado”, o “Está al lado de la estación de metro”, etc.

Busca lo positivo en cada situación.

  1. Libreta de cambio: Escribe aquellos acontecimientos de tu vida que no te hacen feliz (y que puedes tener el control sobre ellos). Por ejemplo: tienes poco tiempo para compartir con tus padres y/o tus hijos, entonces podrías decir:

“Quiero pasar más tiempo con mis hijos y/o padres PERO salgo tarde del trabajo”. Ahora, cambia el PERO por la Y.

“Quiero pasar más tiempo con mis hijos y/o padres Y comenzaré hablando o visitándolos 10 minutos dos veces por semana.

“Tengo que hacer ejercicios PERO me siento muy cansado/a”. Cámbialo por “Tengo que hacer ejercicios Y comenzaré caminando hasta la esquina de mi casa. Luego será hasta la otra cuadra, luego caminarás 1 kilómetro y así sucesivamente. Ponte metas a 48 horas, luego a dos semanas, luego a dos meses. Tendrás asegurado el éxito.

El PERO resta. La Y suma ¡Haz la prueba y modificarás tu cerebro, tus pensamientos y tu conducta!

En la Residencia Beit Israel, hacemos conversaciones semanales sobre estos temas, son charlas semi- dirigidas, donde se trae un tema de la psicología positiva y lo vamos discutiendo y conversando entre todos, en un ambiente distendido. La pasamos muy bien y tratamos de llevarnos algo positivo de cada encuentro. Es un momento muy bonito y siempre nos quedamos hablando unos minutos más, ya que son temas que nos movilizan mucho y ¡para bien!

Para despedirme, así como comencé el artículo con un chiste, lo terminaré con otro:

“La felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…” (Groucho Marx).

¡Que tengas un mes positivo!

¡Hasta la próxima!

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