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Gabriel Zaliasnik: “Uno construye su Carrera a partir de su historia e identidad”

Por Daphne Dionizis

Así lo asegura el destacado abogado penalista, quien este último tiempo ha llamado la atención de la opinión pública por su participación en la defensa del ex ministro Jaime Mañalich.

Años de trayectoria laboral y un fiel ideal sionista, lo acompañan en las decisiones de su diario vivir.

Amante de las maratones, es socio de la firma AZ, Albagli Zaliasnik y profesor de Derecho Penal en la Universidad de Chile. Conversamos con Gabriel Zaliasnik, quien nos cuenta sobre su vida personal, judía y laboral participando en importantes casos de gran connotación nacional.

Tras el Backstage

Gabriel se define en una sola palabra, como una persona introvertida. Tras la dureza de su rol como litigante, se encuentra un padre y marido, agradecido y apegado a su familia y a Israel, y un deportista con convicción

“Mis mayores amores son mi señora que me ha acompañado toda la vida, mis hijos, mi madre, hermana y toda mi familia, y por cierto Israel. Soy profundamente sionista. No concibo que un judío no lo sea”, comenta.

Has recorrido muchos kilómetros… Nueva York, Chicago, Londres, Boston. ¿Cuál es tu próximo desafío deportivo?

En tiempos de pandemia es difícil pensar en próximos desafíos deportivos, pero tengo claro que los que tengo pendientes. De hecho en febrero de este año llegué a Tokio para correr la maratón. Debo haber sido el primer extranjero inscrito en hacerlo, y justo al aterrizar en el aeropuerto de Narita, la maratón se suspendió. Fue el primer evento deportivo en el mundo en suspenderse. Espero en el futuro poder correrla. Lo mismo con la maratón de Jerusalem. He corrido la media maratón de Tel Aviv y es muy emocionante poder hacerlo en Israel. También me gustaría volver a correr Londres, lo he hecho dos veces y es inigualable.

¿Algún otro hobbie?

– La literatura y la filosofía. La lectura es algo que mis padres me inculcaron desde muy pequeño.

Fuiste Presidente de la Comunidad Judía de Chile en 2006-2010 ¿Cómo fue tu experiencia? ¿Qué destacarías de tu labor?

Fue sin lugar uno de los grandes desafíos en mi vida. Imagínate que a los 39 años debo haber sido el Presidente más joven de la Comunidad (creo que Elimat Hasson pudo tener una edad similar en su tiempo).

Ojalá hoy hubieran liderazgos sub 40. Es importante comprometerse con la comunidad e Israel en la etapa en que uno tiene más energía. No son cargos para recibir honores, sino que cargos para asumir enormes responsabilidades.

Mi experiencia fue a mi juicio muy buena. Logramos reposicionar a la Comunidad en la sociedad chilena, nos abrimos y enfrentamos cara a cara las injustas críticas a Israel, el proceso de deslegitimación que algunos extremistas impulsaban, combatimos el antisemitismo propiamente tal y aquel que se disfraza de antisionismo o antiisraelismo, y creo que fijamos una vara importante para quienes han debido luego asumir el cargo.

Yo no concibo una comunidad judía “puertas adentro” o silenciosa. Somos chilenos y como tales tenemos derecho a defender nuestra causa y no dejarnos amedrentar por el bullying antisemita y antisionista. Hay que dar todas las peleas.

¿El ser judío ha influenciado en algo tu carrera? Tanto para bien o para mal…

– Absolutamente. Uno construye su carrera a partir de su historia e identidad.

Siempre tengo presente que todo lo que hago lleva la impronta de nuestro pueblo.

Mi padre llegó en la década del 50 a Chile como profesor de judaísmo y hebreo, y su compromiso con Am Israel, permeó toda mi vida. Profesionalmente defender la causa judía me formó el carácter, tengo cuero duro, y eso se manifiesta en mi como litigante. Es algo que por ejemplo, uno ve en el profesor de Harvard Alan Dershowitz, a quien siempre he admirado.

¿Pensaste alguna vez que tu carrera sería tan influyente?

– ¿Influyente? Yo no creo esas cosas ni pretendo serlo, aunque sé que algunos rankings y medios así lo han escrito. Influir es algo muy relativo. Es de la esencia de la abogacía intentar persuadir con tus ideas, por lo que si me preguntas si a lo largo de mi carrera he logrado hacer valer las posiciones de mis clientes y persuadir a tribunales o autoridades con mis ideas, sí lo he hecho.

¿Cómo enfrenta tu familia algunas repercusiones mediáticas que pueda tener tu trabajo?

– No debe ser fácil para ellos, pero como dicen hoy los jóvenes, siempre me han “apañado”.

Sin ellos, en especial, sin el apoyo de mi señora, mi carrera nunca podría haber sido lo que ha sido.

Delante las cámaras

Su trayectoria laboral ha estado compuesta por grandes casos de alto interés mediático, como lo fue su participación como defensor de Iván Moreira en el caso Penta, defensor del ex presidente peruano Alberto Fujimori, ex mandatario argentino Carlos Menem, entre otros.

Sin embargo, a pesar de su gran exposición a los medios de comunicación, asegura que “la relevancia pública de la persona a la que uno representa no altera en nada el trabajo y compromiso de uno con su defensa. En ese sentido no hay mayor diferencia, salvo que lo que uno hace está más expuesto mediáticamente, y en el mundo de las redes sociales suelen aparecer comentarios de todo tipo, muchos de ellos de corte antisemita”.

¿A qué crees que se debe tu éxito como profesional?

– En eso no me pierdo ni un segundo. Sin lugar a dudas el irrestricto apoyo de mi mujer me permitió enfocarme profesionalmente.

Me enseñaron que con trabajo, tenacidad, consistencia y convicción, uno puede alcanzar lo que se propone. Tener siempre a mi lado a Lizzy, lo hizo posible.

Como abogado e influyente te llaman personas con casos muy controversiales. Desde tu rol de abogado, ¿cómo se trabaja con casos que tal vez no estás de acuerdo o son muy polémicos?

– De la misma forma en que un rabino o sacerdote aconsejan celosamente a quienes los consultan, o un médico cirujano interviene a una persona que pudo participar y ser herida en un acto delictual, no corresponde al abogado estar de acuerdo con la persona a la que representa o defiende. No veo donde está el problema. Es de la esencia del derecho a defensa no prejuzgar y poner lo mejor de las capacidades de uno, para que la persona sea objeto de un juicio justo. En los tiempos actuales se hace más difícil, pues:

los medios de comunicación y las redes sociales, se han transformado en verdaderos tribunales populares.

Hay olor a inquisición y eso no es sano en una democracia.

¿Cómo ha sido tu experiencia defiendo al ex ministro Jaime Mañalich?

– Extraordinaria. El día que la historia de Chile se escriba con perspectiva no me cabe dudas que será recordado como uno de los grandes médicos chilenos. La magnitud de lo que él hizo para enfrentar la pandemia de Coronavirus y cómo lideró en un momento de gran desconfianza pública, fue francamente heroico.

Actualmente podemos ver que, frente a muchos hechos, se emplea una acusación constitucional, cosa que no ocurría años atrás ¿crees que perderán el valor que tienen?

– La política en Chile está pasando por un momento muy oscuro. Estamos en lo que Aristoteles y también Max Weber denominaron faz agonal, una faz de conflicto. Las sociedades requieren pasar a una faz arquitectónica, donde dejan atrás las diferencias y construyen su futuro común. Uno debiera pensar que el empleo reiterado y abusivo de acusaciones frívolas refleja esa faz agonal. Yo pensaba que tras el plebiscito las cosas tomarían un rumbo más constructivo, pero es evidente que hay sectores que no quieren construir o que no logran entender que el futuro es común o no habrá futuro. Se quieren apropiar de los sueños de millones de chilenos.

¿Qué piensas del sistema judicial en Chile?

– Como todo sistema judicial tiene fortalezas y debilidades. He sido por ejemplo muy crítico del Ministerio Público. Es una institución que confío mejore.

otra parte, nuestra Corte Suprema tiene un estándar muy alto y deberíamos estar orgullosos de ella.

A nivel de tribunales inferiores la situación es más diversa. Hay muy buenos jueces, pero también hay algunos en los que uno ve cierto activismo. La labor de un juez es esencial para la paz social y por lo mismo, es importante que se asegure siempre su imparcialidad e independencia.

¿Crees que Chile es un país justo?

– ¿Qué es justo? Es una palabra que tiene muchas dimensiones. Obviamente en Chile hay mucha desigualdad, pero también es un país que desde al menos 1990 en adelante, ha intentado superarla. Chile es un país que también da muchas oportunidades, si no, no podrías explicar el fenómeno de la enorme inmigración de los últimos años.

Por lo mismo, quiero creer que Chile es un país que se esfuerza por ser justo y que para alcanzar mayores índices de equidad social tiene aún un largo camino por recorrer.

¿Tienes alguna cábala o amuleto antes de entrar a un juicio?

– Muchísimos. Uno de ellos es tratar de no revelarlos.

¿Cuáles son tus próximas aspiraciones laborales?

– Esta carrera a ratos no te da tregua. Cuando crees que has alcanzado cierto punto o superado un gran desafío, como por ejemplo el año pasado haber obtenido la absolución del Gerente General de las llamadas sociedades Cascadas, aparecen nuevos temas que te motivan. Por lo mismo, no pienso mucho en el futuro. Un error que cometemos es creer que podemos controlarlo todo y programar los objetivos.

Lo único que está en nuestras manos es el compromiso irrestricto con hacer las cosas bien.

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