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Gregorio Reizin: la historia de un adicto en rehabilitación

Por Daphne Dionizis

Así se refiere técnicamente a una persona que es “ex adicto”, ya que la recuperación nunca termina; es un logro diario que construye el futuro. Así lo explica Gregorio Reizin, quien nos cuenta con mucho cariño y valentía, cómo fue esa etapa de su vida y cómo hoy, es un hombre sano dedicado a ayudar al resto.

Con 48 años, se define como un buen amigo, conversador y una persona respetuosa de las demás. “Soy una persona que siempre está con el afán de ser mejor y de crecer espiritualmente. Estoy en este mundo tratando de hacer lo mejor posible sin dañar a nadie”, agrega.

¿Qué te hizo aceptar dar esta entrevista y contarles a las personas lo que viviste?

– Sentí que no tenía por qué tener miedo ni vergüenza de lo que me había pasado. Tiene un valor lo que yo viví y es muy probable que yo con esto pueda ayudar o abrir los ojos a ciertas personas, y eso tiene un valor enorme.

¿Cómo comenzaste a caer en la adicción?

– Empecé por “ser choro”, por querer probar cosas nuevas a eso de los 13 años. En esa edad yo estaba como en una etapa de prueba, de querer conocer los distintos tipos de cosas, donde generalmente uno parte con las cosas que están más a la mano y son legales, como el cigarrillo, alcohol. Uno comienza así y después va accediendo a cosas ilegales y drogas más fuertes. Pasé por el alcohol, la marihuana, pero mi problema principal fue la cocaína.

“Yo era una buena persona, haciendo malas cosas”.

¿Cómo te diste cuenta que tu consumo se convirtió en adicción?

La primera señal que uno no quiere ver ni escuchar y que uno minimiza, es cuando uno depende de poder pasarlo bien con alguna sustancia en la mano.

– Por ejemplo, si voy a salir y no hay alcohol, pucha qué lata mejor no salir. Pero el punto de quiebre, cuando yo me di cuenta de que algo malo estaba pasando conmigo, fue alrededor de los 24 años, cuando pasé de la relación sagrada del carrete del fin de semana, a contaminarme con el carrete o consumo de sustancias en la semana. En ese momento me di cuenta de que ya necesitaba la droga para poder funcionar en la semana porque o si no, no tenía sentido funcionar en la semana.

Hay muchas maneras de medir o catalogar a una persona con adicciones, pero todas son relativamente subjetivas. Las más objetiva o la que a mí me hace más sentido, es cuando el consumo que tú estás teniendo, te está provocando consecuencias negativas en distintas áreas de tu vida. Y estas consecuencias pueden ser muy sutiles, por ejemplo, cuánto tiempo le robaste a tu familia por estar consumiendo una droga, o cuántos domingos no fuiste a un almuerzo familiar porque “estabas con caña”, cuántas veces en el trabajo no rendiste al 100%, entre otros.

¿Cómo se define a una persona adicta?

– Cuando tu vida se ha vuelto ingobernable. Cuando eres preso y dependiente del consumo de una droga. Cuando en tu mente solamente aparece la posibilidad de comprar, acaparar y consumir droga. Hay diferentes grados de adicción. Yo por ejemplo caí en uno en que el lunes no iba a trabajar e inventaba un dolor de guata, el martes inventaba otro dolor, el miércoles solo iba mitad de jornada, jueves y viernes no iba a trabajar. Y de esta manera me echaron del trabajo, con justa razón y con todos los motivos válidos, porque yo no estaba cumpliendo con lo mínimo y no por ser adicto, ya que nadie se dio cuenta de que yo estaba sufriendo la adicción.

¿Cuándo se dice que una persona “toca fondo”?

– El “tocar fondo” es algo muy particular, porque cada persona tiene un fondo distinto. Entonces puede que veas a una persona y digas “es obvio que está metido en drogas”, “es obvio que lo está pasando mal”, “es obvio que tiene destruída todas las áreas de su vida”, pero esa persona tal vez aún no ha tocado fondo, necesita un cachetazo. Un poco llevándolo al lado espiritual, Di-s te da muchas señales para que te des cuenta, pero cuando uno no entiende con buenas palabras, tienes que esperar hasta que, por así decirlo, Di-s te pegue un cachetazo.

¿Qué fue lo más difícil de todo ese tiempo?

– La soledad, el sufrimiento y el no poder pensar en nada más que la droga. La verdad es que la imagen que uno tiene de un adicto es una persona sentada en un jacuzzi con mujeres al lado y divirtiéndose. Algunos son así, en mi caso era un consumo muy depresivo, decadente, solo en mi casa y con noches enteras sin dormir.

Al comienzo me divertía consumiendo droga, después ya era el aire que yo necesitaba para poder respirar, pero respiraba humo en vez de aire.

¿Por qué viviste solo tu adicción y no buscaste ayuda de tus amigos o familiares?

– Porque lo único que uno quiere es consumir y no hay manera de hacerlo si es que tú no mientes, engañas y manipulas a la gente. Hay mucha gente que puede consumir recreacionalmente el fin de semana o con cierto límite, y esas personas en general no tienen consecuencias negativas en su vida. Y si tú no les muestras que estás en un problema ellos no se van a dar cuenta, es muy posible que te vean deprimido, pero nadie va a creer que estás metido en una adicción. Nadie quiere tener una bomba atómica al lado, porque hay que hacerse cargo y lo más probable es que cuando lo intentes, la reacción del adicto sea agresiva. Por eso es muy difícil recibir ayuda hasta que uno no toca fondo.

¿Cambiarías algo de tu pasado?

– Es difícil decirlo porque cambiaría muchas cosas con respecto al tema del consumo y las consecuencias negativas que trajo a mi vida, pero por otro lado si lo cambiara, no sería quién soy yo hoy en día. Es una pregunta difícil. También entiendo que seguramente Di-s me puso ciertas pruebas en el camino, distintas a otras personas, sobre las cuales yo tuve que trabajar y que no fue solamente la adicción, sino defectos de carácter que pueden llevarte a una adicción.

Un nuevo comienzo

¿Cómo tomaste la decisión de parar y recuperarte?

– Porque la mentira tiene patas cortas y en un momento de mi vida esto salió a la luz porque ya no tenía manera de esconderlo, porque mis signos ya eran de libro. Todo lo que yo hacía era raro, olía mal, todo era extraño. Entonces en un momento pedí que me internaran para calmar a mi gente y yo poder seguir consumiendo después, ya que mi intención no era recuperarme. En ese entonces era solo poner un parche curita y que la gente estuviese tranquila.

Cuando me interné, empecé afortunadamente un proceso que no tuvo vuelta atrás, el que consistió en reconocer que yo era adicto y a partir de eso logré hacerme cargo de mi situación.

¿Qué te dio fuerzas para tomar la decisión?

– Me costó mucho reconocer que yo estaba enfermo. El momento en que yo decidí cambiar fue cuando me di cuenta de que yo no estaba solo en este mundo y que lo que yo estaba haciendo, repercutía en las personas que estaban al lado mío y los estaba haciendo sufrir.

Ahí me di cuenta de que debía mejorarme y no podía ser tan egoísta de solo satisfacer mis necesidades y no ver las del resto.

¿Cuánto duró el proceso de rehabilitación?

– Después de estar internado 1 mes y 1 semana, me fui a mi casa y mantuve un tratamiento ambulatorio. Durante este tratamiento yo recaí, ya que en mi mente seguía existiendo la fantasía de que yo podía consumir con límite y que yo podía controlarlo. Después de un año de haber recaído, me di cuenta de que estaba destruyendo nuevamente mi vida y decidí parar para siempre. Empecé con un centro de apoyo, pero finalmente hubo una psicóloga a la cual yo le debo la vida y quien fue la que me ayudó a salir de las drogas.

De un día para otro paré, dejé las drogas, tiré lo que tenía en el WC y al día siguiente empecé mi rehabilitación verdadera.

Hoy en día hay muchas personas con adicciones, ya sea al tabaco, trabajo, alcohol, juegos, consumo masivo, comida, etc y en general lo viven solos. ¿Tuviste el apoyo de tus amigos y familiares en tu rehabilitación?

– Tuve un apoyo impresionante. Tuve la suerte de que mis mejores amigos y familia, se juntaron y armaron un “Directorio de Gregorio”. Ellos se reunían semanalmente a tomar decisiones por mí para que yo estuviera bien.

Para mí fue un voto de humildad el tener que agachar la cabeza, escucharlos y hacerles caso más allá de lo que yo quería, pensara o creyera que era mejor. Ellos decidían a qué partes podía ir, a qué lugares o eventos me iban a invitar, cuándo tenía que hacerme un test de droga, cuántas veces a la semana tenía que hacer terapia, qué películas podía ver, etc, etc…

Me imagino lo feliz y orgulloso que debiste sentirte cuando te recuperaste ¿Cuánto tiempo pasó desde que comenzaste la rehabilitación hasta lograrlo?

– Es difícil decirlo porque en verdad uno se refiere a “ex adicto” pero la palabra técnica es “yo soy un adicto en rehabilitación”, porque la rehabilitación nunca termina.

Una vez que se te declara que eres adicto, el tiempo solo corre para adelante, uno se refiere a cuántos días o años sin consumir uno lleva. Yo potencialmente tengo el gen de la adicción adentro y podría recaer en cualquier momento. Cada día tiene su afán y cada día obtienes un logro. Uno mira el presente y hacia adelante, cada segundo, minuto y hora en que yo no consumo estoy obteniendo un logro. Yo me cuido todos los días.

¿Y pasa eso por tu mente?

– Yo te diría que no, porque llevo tanto tiempo en abstinencia y sin consumir, que ya tengo en mi mente muy disociado el consumo de mí mismo, y por eso también me atrevo a dar la entrevista, porque si yo sintiera que estoy cerca de recaer, no me atrevería a ponerme como ejemplo para otros.

¿Cuáles son los aprendizajes más importantes que obtuviste para el futuro?

– Aprendí a valorar la amistad, los momentos de conexión, una buena conversación en profundidad, la espiritualidad, a mí mismo, la familia, la naturaleza.

Aprendí a valorar cuando uno se despierta y el sol sale y te alumbra. Aprendí demasiado.

Las adicciones generalmente se viven de manera privada ¿Qué le dirías a aquellas personas que están pasando por algo similar y no se atreven aún a buscar ayuda?

– Es muy difícil porque es como tratar de hablar con una pared. Yo creo que no les diría nada y esperaría que cada uno viva su proceso, y que no tengan miedo de pedir ayuda cuando sientan que la necesitan pedir. Es muy difícil hablarle a alguien que no quiere escuchar ni ver, por lo mismo yo me siento una persona que viví algo, pero no vivo mi vida como un evangelizador tratando de que la gente no consuma, esa no es la misión para la cual yo vine al mundo.

Si alguien necesita ayuda, ahí estoy yo en cuerpo y alma para tratar de ayudarlo, pero yo no le voy a decir cuándo tocó fondo.

La sociedad tiene muchos prejuicios ¿Sientes que tu entorno cambió la manera de relacionarse contigo?

– Completamente. Dejaron de invitarme a ciertos lugares, uno se vuelve un poco el “pepe grillo” de las personas, y sin decir ninguna palabra sienten que los estás juzgando permanentemente por lo que están haciendo. Ahí uno descubre que muchos amigos de uno eran solo “amigos de carrete” y cuando tú ya no puedes ni quieres carretear “ya no les sirves”, te desechan.

Me ayudó un grupo muy pequeño de amigos a los que yo les había contado, y ellos también fijaron normas con respecto a qué es lo que yo podía hacer y qué no. Ellos me marginaron desde un punto de vista protector, los otros lo hicieron para que yo no interfiriera su manera de llevar la vida.

¿Qué sientes hoy en día al ver tu camino de superación y logro?

– Siento alegría, satisfacción. Pude recomponer mi vida, casarme y tener una hija. Hoy soy un miembro útil para la sociedad y soy mejor persona de lo que era antes.

Alerta roja

¿Crees que la juventud necesita más educación en esta área?

– 100%. El tema de la adicción tiene tres componentes básicos y yo agrego un cuarto: hay un componente genético; otro psicológico que tiene que ver con cada persona en particular; el factor social, que se relaciona a cuán permisiva es la sociedad y tu micro entorno con respecto a ciertos consumos; y yo agrego un cuarto factor que es fundamental, que es la espiritualidad.

Cuando tú no tienes un mundo interno lo suficientemente lleno y valorable como para poder pararte con tus dos pies en la tierra y solo tienes un vacío, buscas afuera lo que no tienes dentro.

¿Cómo se puede ayudar a la juventud hoy en día?

– Hay que dejar de tener este tema como tabú, hay que hacer charlas y conversatorios donde los jóvenes puedan hablar, contar y expresarse sin miedo a repercusiones, en un ambiente libre y sin censura ni cuestionamientos, donde ellos puedan sentirse a gusto y en confianza para que puedan contar sus problemas.

“Al que le va mal en el colegio, pero bien en el carrete, hoy en día recibe aplausos en vez de recibir ayuda. Es un problema social súper grande, porque además la gente que está al lado, tiende a negar y minimizar, además de no tener la conciencia y las herramientas para poder darse cuenta de que alguien cercano puede estar viviéndolo”.

¿Cuál crees que es el rol que cumplen los padres?

– Ellos son fundamentales, son los que facilitan o ponen trabas a que uno consuma. Son los que finalmente ponen límites y te enseñan a que no se puede hacer todo en la vida, y los que te enseñan a que las cosas que uno hace, tienen consecuencias negativas. Uno no es un trapecista con red, sino que uno es un trapecista sin red, que si se cae se puede golpear y tener consecuencias. Los padres son los encargados de que uno se sienta un trapecista con o sin red. El sin red se cuida mucho más que el que alguien que tiene siempre alguien que lo sostiene.

¿Qué le dirías a ellos?

– Que no tengan miedo de poder límites con amor, que estén encima de sus hijos, que hablen y los conozcan. Intenten estar presente en todo lo que sus hijos hacen y abran los ojos. Cualquier cosa que perciban que es extraña, lo más probable es que así sea.

¿Qué te gustaría que cambiara la sociedad?

– Necesitamos una mirada más humana desde la sociedad a las personas, una mirada más abierta, con la sensibilidad y no con el castigo y la represión.

Sino con el afán de ayudar, donde el adicto o el consumidor no se sienta cuestionado ni castigado, sino que sienta que va a encontrar apoyo, cariño y contención.

Estar en cuarentena gatilló varios casos de adicciones. Sabiendo que nos queda aún un tiempo con pandemia ¿Qué le aconsejarías a esas personas para que puedan salir adelante?

– Desarrollar su mundo interior y su espiritualidad. Que no caigan en la desesperación, sino que en la acción. Que se acerquen a Di-s los que creen, y los que no, que lean un libro, que hablen con sus pares y amigos, pero que no se aíslen y se queden solos.

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