

Mensaje Rabino Yonatan Szewkis Sabah
Queridos amigos y amigas:
Un año más termina y, tal vez más que nunca, queremos dar rápidamente vuelta la página y comenzar el nuevo año. En tono de broma pero medio en serio también, todos leímos algún comentario en redes sociales de personas pidiendo a Dios que elimine el 2020 del calendario.
Vivimos un año único, entre la pandemia del COVID-19 y el estallido social, como sociedad nos vimos más que nunca en un desafío permanente.
El mundo cambió, de eso no hay dudas, digamos que este año que acaba ha sido un año de profunda crisis mundial, desde todos los aspectos.
Para peor, cuando creemos que hemos estado próximos a dar un paso hacia adelante, la realidad nos da un cachetazo en el rostro y nos hace retroceder pasos hacia atrás.
El estallido social que vivimos, sumado a la pandemia, nos muestran que no estábamos tan bien como creíamos. Nos ha mostrado que estamos lejos de ser esos seres dominantes del mundo como lo creíamos. Vemos que son muchas las falencias que aún persisten en nuestra sociedad. Tampoco podríamos decir que el panorama a un corto o mediano plazo se ve del todo alentador.
Aun así, tampoco debemos ser tan pesimistas. Como seres humanos que somos hemos ido aprendiendo a lo largo de este año a adaptarnos a la nueva realidad que nos toca vivir. Las plataformas virtuales, creadas por el hombre ni más ni menos, nos han ayudado a que este distanciamiento social que vivimos haya sido más leve y a que, dentro de todo, podamos vivir una “normalidad” y que podamos seguir con nuestras vidas. Aun así, esto lo podemos decir dentro de una comodidad de la que algunos somos privilegiados de poder vivirla. Sabemos que muchos en estos momentos están padeciendo de hambre, que muchos ante esta crisis llegarán a niveles de pobreza impensados. Muchos han perdido sus fuentes de trabajo, muchos luchan como subsistir en el día a día y muchos tendrán un difícil desafío por afrontar una vez que vayamos retornando a la “normalidad”.
En una realidad incierta, con mucho que pensar, discutir y reflexionar llegamos a los Iamim Noraim, los días “temibles”, estos días que marcan el inicio del año judío. Días que más que de festejo, son días para reflexionar sobre todo lo que fue el año que pasó y lo que pretendemos que sea el que comienza. Rosh Hashaná, lejos está de ser lo que es el 31 de diciembre a la noche. No es un día en el cual festejamos, ni que asistimos a espectáculos de pirotecnia ni nada por el estilo. Es llamado como Iom Ha Din, el día del juicio, pues somos juzgados por todo nuestro accionar a lo largo del año. Después transcurren los 10 Días de Teshuvá (búsqueda de respuesta, arrepentimiento o retorno) en los cuales deberíamos poder cambiar nuestra sentencia de ser o no inscritos en el Libro de la Vida, lo cual se da durante Iom Hakipurim.
Ante este panorama, y tal vez hoy más que nunca, nuestro balance del año debe ser más a conciencia que nunca.
Hoy es tiempo de, realmente, inspeccionarnos y ver qué fue de nosotros durante el año que pasó.
Soy de los que no creen en las casualidades, sino en las causalidades y las circunstancias, por este motivo, sería muy facilista si sostuviera que de todo lo que ha pasado en el año, no tengo una cuota de responsabilidad o se ha dado así porque sí. Pertenezco a una realidad, a una sociedad y por más que quiera desvincularme de responsabilidad, no puedo hacerlo. Soy parte (probablemente muy pequeña) de esta crisis por la que atravesamos. Tal vez si hubiese estado más presente podría haber creado diferentes acciones que hubiesen permitido evitar muchas de las cosas por las que estamos pasando. Posiblemente, el alcance de mis actos apenas hubiese llegado a unas cuantas personas, pero creo que somos una red y que de la misma manera en como un virus, como el que nos afecta hoy, se propaga tan fácilmente, pienso que nuestras acciones se pueden propagar igual de rápido, es sólo cuestión de ver como todas las comunidades nos hemos ido adaptando e imitando respecto a cómo continuar en estos tiempos de pandemia. Las comunidades hoy están ofreciendo más “servicios” que toda su historia. Hay cursos, charlas, proyectos e ideas para todos los gustos y necesidades. Como decía, si bien hemos tenido que enfrentar un distanciamiento social, privarnos de estar con nuestros seres más amados, la realidad es que toda la oferta de actividades que se han dado, nos ha permitido estar juntos.
En la tefilá de Musaf de Rosh Hashaná y Yom Hakipurim, hay una plegaria emblemática de los Iamim Noraim llamada Unetane Tókef, la cual nos dice que: “…En Rosh Hashaná se inscribe ante Ti nuestro destino, y en Iom Kipur, queda rubricado ante Tu Providencia…”. Luego de esta frase aparecen varias preguntas sobre qué nos deparará Dios (si gusta más, el destino) para el año que comienza. Las preguntas están relacionadas, principalmente, sobre quién vivirá y cómo viviremos este próximo año. Sin dudas que estas preguntas, ante la realidad incierta que vivimos, este año penetrarán y nos angustiarán más que años anteriores.
Este año, y ante la incertidumbre que atravesamos, podemos dejar de lado estas preguntas y pensar en preguntas acordes a nuestros días: ¿Cómo saldremos de esta?, ¿Qué debo mejorar en mí?, ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor?, ¿Cómo puedo ayudar al que padece de hambre y angustia?, ¿Cómo puedo salir de este estado depresivo en el que me encuentro y en el que se encuentra la sociedad?, ¿Cómo contribuir para bien?, ¿Cómo mejorar como persona, comunidad y sociedad?
Al final de esta tefilá viene la respuesta a estos cuestionamientos que nos realizaremos: “Pero la Teshuvá, la Tefilá y la justicia atenúan la severidad de nuestro veredicto”.
Por medio de un retorno a lo más puro y bueno de nosotros, a un permanente diálogo sincero con Dios, con nosotros mismos y con nuestro prójimo y portando la bandera de la justicia ante todo, podremos ir respondiendo a esas preguntas y saldremos adelante.
Necesitamos de un retorno sincero hacia nuestras familias, a estar de verdad con ellas, estar y decir presente en nuestras comunidades, entender que la frase que muchos repiten: ¿qué me da la comunidad?, es una frase obsoleta, sino que tu pregunta debe ser: ¿qué le doy yo a mi comunidad?
Cada uno debe entender que la comunidad no está ajena a ti, sino que todo lo contrario, tú haces a la comunidad y tú eres parte de ella.
Necesitamos de una verdadera tefilá, de que nos juzguemos a nosotros mismos y veamos, realmente, quiénes somos, qué puedo rescatar de mi y qué debo mejorar de mi para así ayudar en la reconstrucción de una sociedad que me/nos necesita urgentemente para poder resurgir de esta crisis que hoy nos afecta.
Necesitamos de una verdadera comprensión del concepto de Tzedaká, que no se limite sólo a una sola acción en concreto. Tzedaká es justicia, no es solidaridad ni caridad, es ser justos. Hoy debemos empoderarnos de justicia, debemos promover la justicia social y no la cultura del “tienen que darme”. Debemos exigir justicia cuando no la hay o cuando vemos que se la corrompe. Debemos denunciar a quienes actúan fuera de ella. Debemos, como judíos de la diáspora, exigir que se hable con justicia del Estado de Israel y no por medio de la mentira o de intereses económicos de algunos. Debemos ser justos, en definitiva, con nosotros mismos y con nuestro prójimo.
Los desafíos que se nos vienen para este nuevo año, tanto en lo personal, familiar y comunitario, serán más complejos que nunca, pero somos “Am Keshé Oref” (El pueblo de dura cerviz) y “Or la goim” (Una luz para las naciones), sin dudas que nuestra tradición e historia nos ha dado las herramientas para soportar y salir delante de crisis mucho peores que la que vivimos actualmente. No tengo dudas que lograremos salir una vez más hacia adelante.
No tengo dudas que esta crisis, si la tomamos como oportunidad, nos hará salir más fuertes y mejores.
No tengo dudas que este 5781 que comienza, será un año mucho mejor que el que pasó. Por eso y con todo cariño digo:
Shaná Tová U Metuká, que tengamos un año dulce, próspero, de salud, de crecimiento, de aprendizaje, de oportunidades, de justicia. Este será nuestro año.
Rabino Yonatan Szewkis Sabah
Mensaje Werner Kristjanpoller R.
Cuando hace un año se cerró el libro de la vida, nunca pensamos todo lo que íbamos a pasar. Hemos vivido momentos de preocupación, de soledad, momentos de dolor al ver partir a seres queridos y no poder acompañarnos; estar encerrado con restricciones de salir del hogar por meses.
No ha sido fácil este periodo, pero así todo, como cada comunidad judía en el país, hemos estado presente con diversas actividades, servicios y encuentros online, llamadas y atenciones, que nos han ayudado a sobrellevar estos tiempos.
Hoy, a pocos días de Rosh Hashaná y Yom Kipur, estamos con toda nuestra fe para poder reflexionar sobre todo lo sucedido y analizar nuestras acciones, qué hicimos y no hicimos durante este año, y qué hacer para que los próximos sean mejores. Tenemos un gran trabajo como sociedad para este nuevo año y los siguientes venideros, debemos valorar lo aprendido en este tiempo.
Por ahora, esperamos con anisas poder volver a disfrutar de los abrazos con nuestros seres queridos, de las conversaciones en persona, rezar con minián, celebrar nuestros servicios religiosos en la Sinagoga y disfrutar nuestras actividades en una presencial Comunidad.
LeShaná Tová Tikatevú Vetejatevú.
Werner Kristjanpoller R.
Presidente Comunidad Israelita Valparaíso Viña del Mar