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Las visas que llegaron un día tarde

Una de las experiencias únicas e inesperadas de caminar por una acera en Alemania es tropezar con un adoquín con una placa metálica en la que está inscrito el nombre de una víctima del Holocausto. Creadas por el artista alemán Gunter Demnig en 1992 para conmemorar a las personas perseguidas por los nazis entre 1933 y 1945, estas marcas conmemorativas, llamadas Stolpersteine (piedras de tropiezo), recuerdan a los residentes, visitantes y transeúntes, a las víctimas individuales del genocidio nazi.

Cada Stolpersteine es un bloque de hormigón de 10x10cm que se coloca en el pavimento frente al último lugar de residencia elegido voluntariamente por las víctimas.

Sus nombres y su destino están grabados en una placa de latón en la parte superior de cada Stolpersteine. En Berlín, el proyecto Stolpersteine comenzó en 1996. Cada año, en la Noche de los Cristales Rotos, se ha convertido en una costumbre que los residentes del edificio donde se colocan las piedras enciendan velas junto a estos marcadores.

El 9 de noviembre de 2021, el 83º aniversario de la Reichs Kristallnacht, fue la colocación de las Stolpersteine en la calle Michaelkirchstraße 13, Berlin – la antigua residencia de Anna y Elkan Pincus, los abuelos de Roberto, Eliana y Claudio Pincus. Fueron deportados de su casa el 22 de octubre de 1941 al gueto de Łódź, donde Elkan murió y desde donde Anna fue luego llevada al campo de exterminio de Chelmo. Una tercera Stolpersteine fue dedicada a la memoria del padre de Roberto, Eliana y Claudio, e hijo de Anna y Elkan, Rudi Pincus, que recibió un visado de salida a Chile en enero de 1939 y donde vivió toda su vida, sin conocer nunca la historia completa del destino de sus padres.

La solicitud de estas piedras conmemorativas no fue hecha por la familia Pincus, sino que fue iniciada y patrocinada por Claudia, la hija de Wolfgang, quien, siendo un niño pequeño, presenció el arresto de Anna y Elkan Pincus el 22 de octubre de 1941, pero no sabía por qué se los llevaban. Sus abuelos se negaron a decírselo.

Los abuelos de Wolfgang eran propietarios del edificio de la calle Michaelkirchstraße 13 y vivían un piso por debajo de la familia Pincus. Durante más de 50 años, Wolfgang guardó en silencio el recuerdo de la desaparición de Anna y Elkan, una pareja bondadosa que siempre tenía un caramelo, una sonrisa cálida y una palabra amable para el niño que les visitaba cuando iba a casa de sus abuelos.

Un día, hace unos 15 años, su nieta le pidió a Wolfgang que fuera a su clase del colegio y, junto con otros abuelos, compartiera historias de sus vidas durante la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando Wolfgang compartió con su hija Claudia, y su nieta, su angustia por no saber qué pasó con Anna, Elkan y su hijo, Rudi.

Por casualidad, o por el destino, Wolfgang compartió su historia en la misma época en que Rudi mostró por primera vez una foto de sus padres a su familia en Chile, cuando su nieta Karen hizo el libro de Shorashim en el Instituto Hebreo. Rudi vivió con una traumática angustia por el destino de sus padres, sin nunca comentárselo a sus hijos Roberto, Eliana y Claudio. Falleció en Santiago de Chile en 2005. Cuando la esposa de Rudi, Minna, murió en 2019, la familia encontró un paquete de cartas que Anna y Elkan escribieron a Rudi tras su huida de la Alemania nazi en enero de 1939 hasta su deportación en 1941.

En el paquete estaban las dos últimas cartas que Rudi había escrito a sus padres, devueltas en Chile como “imposible de entregar”, donde contaba a sus padres que por fin les había conseguido las ansiadas visas para salir de Alemania. Un tiempo después, Rudi recibió una carta de su tía, contándole el trágico final de sus padres, y que lamentablemente las visas para viajar a Ecuador habían llegado el día después de su deportación.

Tras la muerte de Wolfgang, Claudia pasó una década buscando a Rudi Pincus. Aprovechando los programas de búsqueda de que disponemos en el siglo XXI a través de Internet, Claudia localizó a Claudio Pincus y se puso en contacto con él más o menos en la misma época en que Claudio descubrió la correspondencia entre su padre y sus abuelos. En enero de 2020, justo antes de que la pandemia de Covid cerrara los viajes, Claudio y los miembros de su familia viajaron a Berlín y se reunieron con Claudia, que ya había presentado una solicitud de Stolpersteine en memoria de Anna, Elkan y Rudi Pincus.

El 9 de noviembre de 2021, tres generaciones de la familia Pincus, procedentes de Chile, Israel y Estados Unidos, se reunieron con dos generaciones de la familia de Claudia para honrar la memoria de Anna y Elkan Pincus, que perecieron en el Holocausto, de Wolfgang, que nunca los olvidó, y de Rudi Pincus, que nunca pudo compartir con certeza el último capítulo de la vida de sus padres, con sus hijos y nietos. Se les ofició el Kaddish que nunca recibieron, en el lugar que recuerda la tumba que nunca tuvieron.

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