Por Dr. André Grimblatt Hinzpeter
Anajnu Zojrim; mir gedenke; recordamos; we remember, a las víctimas del Holocausto, producto de una de los peores momentos de la historia de la humanidad en donde la ideología “supremacista”; como se le llama hoy, nazi o fascista, como se autodenominaba en esa época; pone a una raza o pueblo por encima de todos los otros. Esa ideología imperante se impuso en Europa con el propósito, entre otros, de eliminar por completo a las que llamaron las razas inferiores, en la ocurrencia, para este caso, el pueblo judío y el pueblo tzigano. Ambos pueblos debieron entregar a la historia millones de víctimas inocentes, padres de familia, mujeres profesionales y dueñas de casa, niños, viejos, criaturas nacidas o por nacer.
“Mir Gedenke”. Ich shvern aoyf meyn lebn. “Lo recuerdo. No olvido; lo juro por mi vida” en yiddish, como hablaban mis abuelos.
Terrible episodio y dilema para la humanidad entera. Que un pueblo haya seguido, mayoritariamente a un meshíguene que gritaba “Deutchland, Deutchland Über Alles”, aclamado por millones de personas; así como otro, que estuvo gritando, hasta hace unos días, “America, America first”; que, aunque sea en un idioma diferente; quiere decir exactamente lo mismo.
No lo olvidaremos. Asumimos, todos y en conjunto, ese compromiso; así como nuestros antepasados, hace más de dos mil años, juraron no olvidar Yerushaláyim.
Y juntos, debemos condenar con todas nuestras fuerzas cualquier embrión que pudiere surgir de esta ideología supremacista que tantas vidas costó a los nuestros y a otros.
Todos tenemos un tío o un familiar o un conocido que perdió su vida en los terribles campos de exterminio en donde la orden era la solución final; terminar con el pueblo judío y con el pueblo tzigano y; a pesar de lo que muchos piensan o creen, como lo dijera el dramaturgo y poeta alemán Bertold Brecht, “aún está fecundo el vientre que parió a la bestia inmunda”.
Al principio, cuando llegó Adolf Hitler al cargo de Canciller, Albert Einstein hizo público un manifiesto en el que relataba su decisión de abandonar Alemania, y en la que se leía: “Mientras se me permita elegir, sólo viviré en un país en el que haya libertades políticas, tolerancia e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La libertad política implica la libertad de expresar las propias opiniones políticas verbalmente y por escrito; la tolerancia implica el respeto por todas y cada una de las creencias individuales. Estas condiciones no existen en Alemania, hoy”.
Esa Alemania, supremacista, nazi, nos robó seis millones de los nuestros y varios millones, aunque nunca se conoció la cifra oficial al pueblo tzigano, con el simple argumento de que ambas razas debían desaparecer.
Sin embargo, el supremacismo y los genocidios ya habían existido muchos siglos y años antes.
En el genocidio cometido por el gobierno turco contra el pueblo armenio, de 1915 a 1918, se produjo el extermino de un millón y medio de personas que vivían en el Imperio otomano. Se considera que la fecha de inicio del proceso genocida fue el 24 de abril de 1915, día en que las autoridades arrestaron a diversos intelectuales y políticos armenios en Constantinopla.
El genocidio cometido contra los cristianos otomanos ha tenido un amplio reconocimiento por parte de diversas asociaciones académicas, organismos internacionales y Estados, entre ellos los aliados del Imperio otomano durante la Guerra, sin embargo, Turquía continúa negando que este crimen sea considerado un genocidio, así como los neonazis negacionistas niegan el holocausto. Sólo una casualidad hizo que un buque de la armada francesa salvara a un grupo de niños armenios, destinados a la muerte. Entre ellos se encontraba el que fuera más tarde el famoso cantante Charles Aznavour.
Cuenta la historia que cuando las tropas estadounidenses llegaron a los primeros campos de concentración en el oeste de Alemania, enviaron un terrible informe narrando lo que ahí habían visto, junto a lo que contaban los sobrevivientes liberados. El presidente de Estados Unidos, según se cuenta, al recibir estos informes exclamó “Fotografíen todo, filmen todo. No faltará el hijo de p… que en 50 años más afirme que esto nunca ocurrió”.
Algo más lejos, a miles de kilómetros hacia el sur, hasta 1980 el mundo occidental, apenas tenía noticias de los bosquimanos del sur de África. Este pueblo, descendientes directos, según e cree, de los primeros humanos, fueron, desde remotos tiempos, aniquilados por zulués, xhosa, y otros grupos bantú durante siglos, sin prisa; pero sin pausa.
Los zulués y los xhosa desde el noreste y los europeos desde el sur tomaron medidas drásticas; organizaron partidas de caza para limpiar el terreno de los molestos cazadores-recolectores bosquimanos. A ojos de los colonizadores británicos y de los grupos bantú, zulúes o xhosa, los bosquimanos nunca fueron más que animales que les arrebataban su sustento. ¿Carroñeros o eslabón perdido?
En nombre de los caídos, de todos los caídos, no podemos olvidar.
Fuimos un pueblo entre otros, como se ha citado aquí algunos ejemplos, víctimas de genocidio, la peor acción que humanos pueden emprender contra el prójimo.
Somos el pueblo del libro, del tikun olam, de la ley y de la justicia. No podemos olvidar ni los nuestros ni los otros; aunque, sobre todo, los nuestros.
Recordamos las palabras que en 1867 el líder mexicano, Benito Juárez, enunciaba. “Entre los individuos y las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Por los nuestros y por los vuestros, lo juramos; ¡no olvidaremos! We remember, anajnu zojrim; mir gedenke.
NOTA DE REDACCIÓN:
Nuestro socio, Dr. André Grimblatt Hinzpeter, es columnista en comentarios internacionales para nuestro semanario KOL VIÑA.
Estudió en el Colegio Hebreo de nuestra ciudad y fue Rosh de Maccabi Hatzair en 1972.
André Grimblatt nació en Viña del Mar, el 5 de febrero de 1955, es doctor en Ciencias Humanas con mención en Semiología de la Universidad de Paris-Sorbonne, donde obtuvo su doctorado en marzo de 1984. Desde 1984 hasta 1987 desempeñó la función de Administrador de la Comisión de Cultura de la Municipalidad de Poitiers, Francia. En 1984 publicó en la Sorbonne una Historia del teatro hispanoamericano de 1900 a nuestros días. Fue miembro del equipo de prensa de Radio Poitiers entre 1984 y 1987 y Administrador de la emisora en el año 1986. Ocupó la Presidencia del Instituto latinoamericano de cultura y desarrollo, con sede en París desde 1990 hasta 1992 y es actualmente presidente honorario de dicha organización. Durante su estadía en Chile entre 1993 y el 1990 fue profesor de la cátedra de Semiología en UNIACC. Dirigió, a su vez, dos proyectos de investigación (FONTEC-CORFO) sobre marketing de productos alimenticios. Fue profesor de Communication Sciences en Ball stete University en Muncie, IN en las cercanías de Chicago entre 2000 y 2005 y Director de Postgrados de Universidad UNIACC entre 2006 y 2010. Actualmente es consultor de la cuarta comisión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, investigador de la Universidad de Paris-Sorbonne y de la Universidad de Rabat (Marruecos). Es Director General del observatorio de estudios internacionales Scanner Internacional y Consultor en Comunicación estratégica en empresas chilenas y extranjeras, además de analista internacional en Radio Valparaíso, Agencia de Prensa Marroquí y Radio Nacional de Bogotá, Colombia y, claro, SCANNER INTERNACIONAL.