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Memoria Viva: educando en memoria

Por Alejandra Nudman, Directora de Archivo de Memoria Viva

¿Cómo vamos a recordar la Shoá en treinta años más? Los jóvenes que saldrán del colegio tendrán cuarenta y ocho años y seguramente los autos eléctricos funcionarán en la mayoría de los países y la inteligencia artificial habrá terminado con los trabajos mecánicos. Será extraño ver en los supermercados a humanos, a personas escribiendo con un lápiz, menos ocupando un teléfono fijo y mucho menos, viajando como solíamos previo a la pandemia, lleno de pasaportes de papel.

La memoria en sí misma como mecanismo de preservación de la identidad y base para el análisis histórico de los acontecimientos seguirá ocupando un rol prevaleciente. La pregunta es cómo haremos uso de ella. Para responder a esta cuestión es vital trabajar hoy creando un colchón que sea capaz de amortiguar el impacto de la tecnología y la natural distancia generacional con el evento histórico.

De ahí que Memoria Viva ha estado trabajando fuertemente en crear un proyecto educacional capaz de atender las necesidades actuales con un fuerte énfasis en el futuro.

Un poco de historia de cómo se ha hecho memoria

El juicio en Israel en 1961 contra el criminal de guerra austríaco alemán, Adolf Eichmann marcó un punto de inflexión. Por primera vez los sobrevivientes contaron sus historias en forma pública, documentadas e incluso televisadas. Con ello el mundo entero, de manera inaudita, escuchó y vio al mismo tiempo los testimonios de más de un centenar de sobrevivientes que, además, ejercieron como testigos de cargo en el tribunal. Gracias a dicho proceso judicial los judíos de todo el mundo hablaron abiertamente sobre el Holocausto. No solo como víctimas, si no que esta vez, desde el banco de los acusadores.

En nuestro país la situación fue diametralmente distinta pues no se generó ninguna instancia formal para registrar estas vivencias hasta entrada la década de los noventas. El proceso de memoria se desarrolló netamente en el ámbito privado y, por ende, las historias todavía serían marginales para el público en general. Sin embargo, hubo destellos que anticipaban la creación de memoria colectiva en disciplinas como el arte, el periodismo y la literatura entre otras.

Uno de los casos más emblemáticos que podemos registrar y a quien Memoria Viva entrevistó en el año 2009, es el del sobreviviente rumano Kurt Herdan, artista plástico, quien llegó a ser Rector de la Escuela de Artes de la Universidad de Chile. Se estableció en el país durante los años 50 y su producción artística se centró en el concepto de “ventanas”. En la entrevista que Memoria Viva le realizó en su hogar lo explica con claridad: “Durante dos años en la guerra, yo tenía que vivir sin ventana, y soñaba con una. La ventana llegó a ser el símbolo de mi existencia, mi único derecho humano, el derecho a tener una ventana…”.

De la morá Perla a la Memoria Viva

Corría 1987 y la profesora de estudios judaicos del Instituto Hebreo, Perla Sterman, quien había llegado de Argentina, inauguró el estudio formal de la Shoá aquí en Chile. Ella organizó un seminario que tocó tanto aspectos formales del período, como también realizó instancias interactivas por medio de las cuales educó por más de veinticinco años a generaciones de estudiantes en torno al tema. Uno de los puntos más relevantes de este proceso educativo, fue que los mismos alumnos hicieron entrevistas orales a los sobrevivientes y, aunque ellos no lo sabían aún, habían empezado un proceso de traspaso de la memoria desde lo privado a lo colectivo.

Hoy, gracias al trabajo en conjunto con la morá Perla Sterman y nuestro proyecto Abro Memoria, que explicaremos más adelante, hemos podido rescatar 57 entrevistas a sobrevivientes, realizadas por más de 200 alumnos entre 1993 y 2007. Pronto este material estará disponible en nuestro portal www.mviva.org

Cuando en los noventa Shoah Foundation, la organización creada por Steven Spielberg para grabar testimonios de supervivientes y otros testigos de la Shoá, vino a Chile y entrevistó a ochenta y tres personas, esos registros, sin embargo, quedaron en manos de la institución norteamericana y por ende, la capacidad de utilizarlos con libertad era casi nula.

De ahí nace Memoria Viva, que liderado entonces por Karen Codner, busca recuperar, preservar y difundir los testimonios de los sobrevivientes y refugiados de la Shoá que hicieron de Chile su nuevo hogar.

Así se inició la formación y consolidación de un equipo de profesionales que tenía como misión rescatar las historias del ámbito privado.

Gracias a un trabajo meticuloso se iniciaron las entrevistas y el primer testimonio se grabó en agosto del año 2009 a la refugiada alemana, Eva Block.

Con el tiempo, las entrevistas han abierto un sinfín de oportunidades siendo la más importante y trascendental, la de educar a generaciones actuales y venideras.

¿Y ahora?

Hoy Memoria Viva es un centro de memoria consolidado con visión a futuro, que habla directamente a los desafíos educacionales que se presentan en el escenario complejo de la pandemia.

Hoy, el foco del centro de memoria es la educación, con la creación de un novedoso programa que responde a las nuevas necesidades digitales y culturales. Para ello contamos con el expertise y liderazgo de la educadora Jessica Landes, quien, junto a un equipo de expertos en educación no presencial, están en pleno desarrollo de la malla educativa.

El desafío es poner en valor los testimonios recopilados por Memoria Viva siempre conectados con los dilemas éticos que cruzan cualquier época. Además, el contenido conversa con las interrogantes que hoy copan la agenda noticiosa, como la inmigración, refugiados, discriminación, entre otros.

Por lo mismo, nuestros tres proyectos centrales están abordando el tema educacional desde distintas aristas. El programa educativo de Memoria Viva, como explicamos anteriormente, está desarrollando un plan pedagógico digital e innovador, que será implementado fundamentalmente en varios colegios de nuestro país.

Nuestro proyecto Yo Te Nombro, apunta a educar sobre la Shoá a los niños de todas las comunidades judías de Chile que harán sus ceremonias de Bar/Bat Mitzvot y que se acercan por primera vez a este tema, de manera humana y vivencial, entendiendo la importancia de darle un nombre a aquel que no logró salvarse, para así mantenerlo en nuestras memorias.

Y, por último, nuestro proyecto Abro Memoria, en el que el llamado ya no es al sobreviviente, si no que a sus hijos y a sus nietos. Pasándole la responsabilidad ahora a las segundas y terceras generaciones. A través de este proyecto la idea es educar haciendo un llamado a compartir, todo aquel material que incluya fotografías, cartas, objetos, documentos, audios y videos, que hayan sido generados en el contexto familiar y que hoy están guardados en sus casas, en armarios y cajones.

Se trata de que ABRAN sus cajones, para que estos objetos familiares pasen a formar parte de la memoria colectiva de la comunidad judía de Chile.

Una memoria que construyamos entre todos.

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