

Por rab Alejandro S. Bloch
La vida judía siempre nos impone desafíos.
Enfrentamos la pandemia con creatividad y energía, acompañamos a nuestra gente, rezamos, estudiamos, compartimos en forma virtual más tiempo del imaginado.
Todos sentimos que lo virtual nos ayudó a pasar este tiempo difícil.
Todos sabemos que es fácil acostumbrarse a estar en casa frente una pantalla y el desafío que implica vencer la inercia y la comodidad…
Todos sabemos que muchas cosas llegaron para quedarse.
Todos tenemos que recordar lo que ya sabemos: que la vida judía es esencialmente una experiencia colectiva, cara a cara.
Podemos encontrar muchas actividades fantásticas online, podemos consumir contenido de la mejor calidad de cualquier parte del mundo, inclusive conectarnos con todo el mundo a la vez, también sabemos que eso no se compara con estar en comunidad, mirarnos a los ojos, escuchar el tono de voz de manera natural y saber lo que le pasa al otro.
Podemos estar en todos los lugares a la vez, y también sentir ese vacío de no estar en ningún lugar todo el tiempo.
La vida comunitaria de a poco está comenzando a volver, como dice el programa: PASO A PASO.
Sin apuro, con los máximos cuidados, reconociendo y legitimando a todos aquellos que todavía no pueden o no se sienten seguros.
Desde Pésaj que no podíamos compartir en la NBI; en Yom Kipur nos reunimos un número reducido.
En Sucot y Simjat Torá hicimos la mayoría de las tefilot al aire libre y nos devolvió un poco esa grata sensación de estar con otros.
La NBI está de a poco abriendo sus puertas, muy atentos de las normativas sanitarias de la Nación.
Como dice el relato sobre el Rey Shelomó y su anillo: “Gam Ze yaabor”, también esto va a pasar.
Como comunidad nos estamos preparando para ir recibiendo a nuestra gente, con el cariño de siempre, con la calidez de siempre, valorando a cada uno, y haciéndolo solo PASO A PASO.