CISROCO

¿Qué significa CISROCO para una familia?

Dejar a una madre o un padre mayor en las manos de otros genera aprensiones y temores. De eso estamos muy conscientes en CISROCO. Hay que ganarse la confianza de los apoderados, demostrarles que su familiar estará bien cuidado y con todas las atenciones necesarias.

Sabemos además que esto se da como un proceso, el cual no es automático, sino que con el paso del tiempo y los necesarios ajustes, la familia y el residente van conociendo la residencia, como nosotros también a las personas, sus necesidades y expectativas.

La magia sucede después, cuando ese “trabajo” de cuidar a un adulto mayor se convierte en cariño, formando lazos muy fuertes, y que se traspasa a sus familiares: hijos y nietos que ven cómo el hogar se compromete más allá.

Es por ello, que para ejemplificar este proceso, quisimos tomar el testimonio de un par de familias de nuestra residencia:

Rita Telias, voluntaria del grupo Bereshit y que hasta hace un tiempo tenía a su madre Enni Ergas en el hogar, quien falleció a los 98 años. Rita nos cuenta que ha significado Cisroco en su vida:

“Ingresar a mi mamá en CISROCO fue la mejor alternativa. Después que quedó viuda de mi papá no queríamos que estuviera sola, y cómo estaba un poquito perdida, pero vigente, la llevamos al hogar y le encantó. Los primeros años estuvo contenta, participó de las actividades. Yo iba tanto a verla junto a mis hermanos, que decidí formar con una amiga un grupo de voluntarias para ayudar a hacer actividades, llevarlas al doctor, atenderlas, acompañarlas, hacerles Shabat entre otras y resultó. Hoy tenemos un grupo muy lindo, Bereshit, de 8 amigas que algunas ya fallecieron sus mamás, pero se han quedado”.

Rita nos cuenta cómo CISROCO los apoyó en uno de los momentos más dolorosos de la vida, con la partida de su madre: “Cuando llega el fin de sus días, el hogar hace un trabajo fantástico, con Maggie, la dueña de casa, que te acogen, te contiene, te liberan de todo quehacer, acompañan en la agonía a los residentes, los cuidan, les dan cariño, calor y hacen un trabajo muy mancomunado con las comunidades cuando se hace el entierro así que se hace muy liviano. Eso es muy importante. Lamentablemente uno tiene que pasar por eso, pero así es.

Yo estoy muy feliz que mi mamita estuvo 10 años en el hogar, lo pasó bien.

Bueno, en el último tiempo lo pasó un poquito mal, bueno, en todos los hogares lo pasaron mal por la pandemia, se deterioraron mucho y tuvimos que dejar de ir a verlas mucho tiempo, pero nosotros hemos estado permanentemente preocupados de ellos. Yo voy a seguir trabajando en el grupo de voluntarias porque tengo a mi tía que no tiene hijos y yo soy su apoderada. Además está mi otra tía que tiene sus hijos, y bueno, están todas mis amigas del hogar, que las conozco a todas así que me da impulso para recordar a mi mamita y seguir adelante en el Cisroco porque realmente se lo merecen”.

Es por eso, que ella como apoderada nos dice: “Recomiendo a todas las personas que tienen a sus padres de avanzada edad, después de los 80, que uno como hijo cuando la mamá envejece uno tiene más trabajo, hay que cuidarlos y muchas veces se hace corto el tiempo, y se puede descansar mucho en el hogar, saber que están bien cuidadas, contenidas, atendidas y seguras”.

Otra apoderada, Doris Wassermann, hija de Luisa Stoulman, también comparte su experiencia: “En CISROCO se siente el ambiente de una casa judía. Te recibe en la entrada una bandera de Israel, los viernes en la noche el menú es comida judía, se celebran los jaguim, las caras de los residentes son familiares, y no son pocas las actividades en que van personas de la Comunidad a alegrarlos con música típica judía.

Me gusta mucho de CISROCO la actitud receptiva que tienen al momento de llegar con ideas y propuestas.

Siento que las puertas están abiertas para los hijos y nietos que quieran colaborar, y eso es muy importante porque así se permite plasmar los valores y estilo de las familias de cada residente. Es muy lindo que en Cisroco cada residente es conocido por todo el equipo. Los guardias, la gente de la cocina, los administrativos, etc. conocen y saludan a cada residente incluso por su nombre”.

Como vemos, estas dos experiencias aunque diversas, comparten un denominador común: la atención y cercanía de la residencia, así como la forma en que se apoya y ayuda no sólo a los residentes que viven en la institución, sino que también a sus familiares y cercanos.

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