NBI

Rabino Baruj Plavnik (ZL): a su bendita memoria

Por rab Alejandro S. Bloch

Durante el mes de mayo, falleció el rabino Baruj Plavnik de COVID-19 en la ciudad de Buenos Aires. Paradójicamente su sinagoga, Pardes, es una de las sedes en la que se está vacunando a la población en Argentina.

Baruj ha sido maestro y colega de muchos de los rabinos de Latinoamérica.

Estas líneas son un homenaje a su bendita memoria.

Baruj Plavnick (ZL)

Para los que somos dos o tres generaciones de alumnos del Seminario, el rab Baruj Plavnick ha sido alguien desafiante. Baruj representó siempre el espíritu rebelde fundacional del seminario.

Toda su tarea lo describe como rab: su activismo social, sus clases, su baja tolerancia a la mediocridad del pensamiento y a la hipocresía, su actitud frente a la vida…

Baruj ha sido una inspiración y un modelo, aunque estoy seguro de que él rechazaría estos conceptos.

Los que son de mi generación, leímos y releímos su drashá de Hasmajá, ZE HAYOM, que fue publicada en Majshavot, (se puede encontrar majshavot.org) para decodificar que significaba ser rab en Latinoamérica al final del siglo XX.

La lista de espacios donde Baruj se destacó y levantó su voz son muchos: NCI de Bs. As., Bet El, Malvinas, la Cancillería argentina, su pensamiento judío sionista argentina, su búsqueda espiritual e intelectual.

Tuve el privilegio de rezar muchos Shabatot en Pardes, en el año 2007.

Pardes fue para mí un oasis, un lugar donde se respiraba judaísmo, donde había preguntas, donde la verdad no estaba dada, sino que había que descubrirla, donde había un rebe con sus jasidim, un rebe que desafiaba a sus jasidim y jasidim que desafiaban a su rebe con sed de comprender en profundidad y no quedarse en la superficie.

Pardes fue para mí un oasis, donde Baruj y Peli rezaban las Birkot Hashajar desde el alma, sin postura, con alegría y agradecimiento.

Estaba de vuelta de muchas de las cosas que hacen del rabinato lo que no debe ser, entre otras cosas poder, ego y figuración y mismo esto es lo que le permitió hacer lo que amaba: enseñar, experimentar, compartir. Baruj fue en ese tiempo muy generoso, abrió su comunidad, me hizo sentir en casa, me invitó a enseñar, a rezar, a estudiar.

Cuando me despedí de él en Bs. As. le dije que quería llevarme conmigo un poco de lo que viví en Pardes.

Tuve la alegría de recibir en Santiago a Peli y a Baruj y nos pasó de esas cosas que ocurren cuando el dialogo es auténtico… seguir conversando, en el mismo lugar en donde habíamos dejado la última vez.

Tehí Nishmató Tzrurá Bitzror Hajaim. Que su alma, sus enseñanzas, sus acciones queden ligadas a Haz de luz y que sigan iluminando eternamente. Que su memoria sea también Nejamá para su familia y su comunidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *