AISH 

Responsabilidades: y tú… ¿qué vas a hacer?. Rab Jaim Waissbluth

Por rab Jaim Waissbluth

El año pasado fue desafiante para todos, un periodo de adaptación que no dejó inmune a nadie. Keren Hayesod Chile no fue la excepción y a pesar de las necesidades, pudimos seguir apoyando distintos proyectos tanto en Chile como en Israel.

Una persona que vivía en Benei Brak trabajaba para Hatzalah. Una mañana recibió un llamado diciendo que debía ir urgente a Ramat Gan por un caso de riesgo vital. En ese momento se subió a su moto y partió a toda velocidad. En Israel, las motos de Hatzalah no tienen permiso oficial para cruzar con luz roja, pero en la práctica, la policía hace caso omiso ya que entiende que se trata de casos de vida o muerte. Al parecer, ese mismo día, un policía había recibido la orden de lograr un cierto número de multas y estaba bajo la cuota, por lo que decidió parar a nuestro motociclista. Sin embargo, ante la presión por llegar rápido a Ramat Gan, nuestro rescatista decidió no detenerse, lo que dio comienzo a una persecución. A toda velocidad llegó al destino, se bajó corriendo de la moto e ingresó a un departamento en el que se encontraba un hombre mayor teniendo un ataque cardíaco. Rápidamente, comenzó a aplicar todos los protocolos para resucitarlo. Mientras tanto, el policía agitado, entró corriendo al interior del departamento y al ver la situación, gritó: “¡Aba! ¡Aba!” El hombre que estaba teniendo el ataque cardíaco era su padre. (Historia real).

No nos damos cuenta de cómo y cuánto otros hacen por nosotros, cuánto los necesitamos.

La mayoría de nosotros sentimos genuinamente que estamos bastante bien cómo personas. Después de todo, somos buenos ciudadanos, pagamos nuestros impuestos y no dañamos a nadie. Ni pensar en robar, abusar a terceros y ser injustos, pero, ¿es esto realmente tan así?

La modernidad nos ha llevado a una realidad que supera nuestra capacidad de comprensión. Pensémoslo bien… Imaginemos que tenemos nuestro dinero en fondo de pensiones o en fondos mutuos. Perfectamente puede ser que estemos invirtiendo nuestro capital en una gran compañía transnacional que es capaz de producir los altos retornos que produce porque utiliza trabajo infantil en Indonesia, y arroja sus desechos tóxicos en un río en Malasia, lo que ha aumentado la mortalidad de la población en cientos de miles de personas. Tiene un equipo de abogados de primer nivel que logra aplastar todas las demandas en su contra y equipos de lobby en los principales países del mundo para mantener la ley a su favor. Pero la verdad es que yo sólo me fijo en la rentabilidad, si baja la rentabilidad me enojo y ni siquiera estoy dispuesto a entrar en los detalles de cómo esa utilidad se produce. Para ser más sinceros, ni siquiera sabía que tenía esa acción, porque después de todo, le entregué mi dinero a mi AFP, o a mi banco, o a mi agente para que él manejara mis inversiones. Y probablemente ni mis agentes sepan lo que está verdaderamente pasando, ellos invierten de acuerdo a reportes generados por terceros, que a su vez tiene sus informantes. A veces, aunque queramos no lo podremos saber.

Pero no nos quedemos sólo en las acciones, lo mismo aplica para los zapatos que usamos, la comida que comemos o la ropa que vestimos. Hasta hace no tanto tiempo atrás, los zapatos se los comprabas a Moshe Pipin, el zapatero del barrio que le compraba el cuero al shojet (matarife) de la esquina. Robar significaba literalmente extender nuestra mano a la cartera de la vecina y sacar las monedas. Hoy, la realidad está tan interconectada que ya supera la posibilidad para cualquiera de nosotros de tener siquiera claridad básica sobre la más mínima de nuestras interacciones. Investigarlo ya nos tomaría mucho tiempo. ¿Cómo podemos saber que estamos actuando correctamente? Puede ser que diariamente estemos siendo cómplices pasivos o incluso socios activos de robos, abusos y daños… ¡Y ni siquiera lo sabemos!

¿Cómo podemos estar tranquilos? ¿Cómo podemos pensar que actuamos moralmente y/o halájicamente (ley judía) correcto?

Hashem nos ha tenido que mostrar cómo es que estamos conectados los unos a los otros, pero lo ha tenido que hacer por la puerta trasera. En la Torá, Hashem nos comunicó que somos “arevim ze lazé”, responsables los unos por los otros.

Algunos años atrás, antes de la globalización y el internet, esta interconexión era más difícil de ver. Después de todo, hasta hace no mucho tiempo, vivir en Arica era saber más de lo que pasaba en Tacna de que lo que pasaba en Santiago, y qué decir sobre lo que estaba pasando en Israel o Zimbawe. Nuestro horizonte era tanto más limitado. Incluso en esas condiciones nos decía la Torá: No te dejes llevar por tus ojos, entiende que estás profundamente conectado y vive activamente de acuerdo a eso. Pero no lo hicimos.

 

Ahora, internet, la pandemia y los mercados lo están haciendo por nosotros. Esta realidad nos está golpeando, pero por la puerta trasera. Hashem tuvo que mostrarnos por la fuerza que estamos conectados.

Sin embargo, lo más natural para nosotros es estar concentrados en nuestra pequeña realidad. ¿Qué me conviene? Quiero estar tranquilo, pagar mis cuentas y ver que mis hijos vayan al colegio. Cada uno tiene sus propios problemas. ¿Quién tiene tiempo, energía y dinero para pensar en cosas tanto más grandes y abstractas? Lamentablemente, la realidad no es así. Querámoslo o no, cada vez somos más testigos y vivimos en carne propia el concepto de que somos una célula en un gran cuerpo. Lo que le pase al cuerpo afectará a la célula y viceversa. Si una enfermedad mortal ataca al hígado, las células de la mano también van a morir. Y sabemos que Am Israel es un actor principal en el escenario del mundo.

Hoy, Hashem nos pide que levantemos la mirada, que pensemos más allá de nuestro pequeño mundo y pensemos… ¿Qué va a pasar con mi comunidad? ¿Qué va a pasar con el colegio? ¿Qué va a pasar con la comunidad judía de Chile? ¿Qué está pasando en Santiago? ¿En Chile? ¿En el mundo?

Sobre todas estas preguntas debo preguntar; ¿Cuál es mi responsabilidad en esto? No queda de otra, Hashem no quiere como respuesta que nos escudemos en nuestros pequeños problemas. Hashem quiere saber cuánto te importa Am Israel y el mundo. Hashem nos está sacando una radiografía de cuerpo entero y… ¿Sabes qué es lo que realmente busca? Busca saber cuánto te importa. Cuánto te importa lo que pase en el mundo, cuánto te importa lo que pase en Am Israel. Eso es. ¿Qué vas a hacer tú?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *