

Sin duda todos hemos vivido un tiempo excepcional que tal vez nunca imaginamos que podíamos vivir. Posiblemente estábamos, meses atrás, planificando nuestras actividades anuales o viviendo el sinnúmero de tareas que conformaban nuestro día. No pensábamos que tareas tan cotidianas, como ir de compras o salir a pasear podrían verse restringidas.
Lo mismo ocurrió en la residencia. Meses atrás estábamos viendo qué talleres más incorporar para nuestros residentes, cómo mejorar o renovar lo que necesitaba ser cambiado, hacer difusión para que llegaran más residentes, entre otras tareas. Sin embargo, la llegada del coronavirus a Chile nos frenó todo eso: las residencias de adultos mayores cerraron sus puertas a las comunidades, los residentes no pudieron salir a pasear fuera de esta, los familiares no pudieron ingresar y tuvimos que suspender muchas festividades y talleres.
La vida se redujo a algunas pocas actividades y al uso constante de la mascarilla.
A su vez, ambas residencias de adultos mayores de la comunidad, empezaron una fuerte campaña de recaudación de fondos para mantener las medidas y protocolos que se empezaron a utilizar, evitando a toda costa que el virus entrara en el hogar.
Sin embargo, luego de unos meses así, tuvimos el primer caso positivo de una residente de CISROCO: ahí todo cambió.
Todos los residentes debieron quedarse en sus habitaciones en aislamiento, se extremaron las medidas del uso de elementos de protección personal, y como institución, se hizo el testeo de todos, de manera de saber cuántos casos teníamos tanto de residentes como de funcionarios. Paulatinamente el panorama se puso más complejo, puesto que los casos aumentaron, y con ello, la preocupación.
Sin embargo, no nos quedamos ahí, al tener mayor número de casos positivos en la residencia, hubo que trabajar más, pedir asesoría de especialistas que nos ayudaran a comprender lo que estábamos viviendo y a tomar las mejores decisiones para la salud y el cuidado de nuestros mayores.
Desde ahí hasta ahora, ha sido un tiempo de aprendizaje constante, de revisión de protocolos y actualización de las prácticas por parte de todo el equipo de la institución y en todas las áreas.
Desde el directorio, el área de salud y el área de servicios de la residencia. Todos hemos tenido que aprender y aplicar algo nuevo en este tiempo.
Hemos sido afortunados, ya que nuestros residentes están en su mayoría recuperados: el virus “pegó leve” en la residencia hasta ahora. Tuvimos varios asintomáticos, lo que fue también una tranquilidad para el equipo y los familiares.
Aún queda harto tiempo por delante para que el coronavirus sea un tema superado en nuestro país, por lo cual las medidas de prevención y manejo deben mantenerse por mucho tiempo. Por lo mismo, además de evitar nuevos contagios.
Hoy estamos ocupados en fomentar la calidad de vida y mejorar la salud mental, en este contexto aun diferente a lo cotidiano de nuestros mayores.
Si pensamos que para nosotros ha sido un tiempo difícil permanecer encerrados en nuestras casas, para ellos con mayor razón:
aunque hemos procurado acompañarlos, nuestros adultos mayores han sentido el impacto de la soledad, de la ausencia de sus familias y amigos, y a algunos les ha afectado más ver restringida la posibilidad de desplazarse dentro de la residencia.
Por lo mismo, poco a poco y con mayores controles, estamos dando pequeños espacios de libertad y momentos de encuentros para que se puedan reunir, al menos, con sus amigos más cercanos. Creemos que no podemos soltar las medidas de cuidado, pero hay que hacer sostenible los protocolos en el tiempo.
Sin duda, como institución, estamos aprendiendo una lección que tal vez nunca imaginamos. No obstante, nuestros esfuerzos y energías están orientados en seguir cuidándonos y cuidar a los adultos mayores que las familias y la comunidad nos ha confiado.