Por Valentin Keller Avila.
Mi nombre es Valentin Keller, hace más de 20 años que me dedico al desarrollo corporal como medio artístico y terapéutico. Baile por 16 años como intérprete del Ballet Nacional Chileno perteneciente a la U. de Chile y ya hace 4 años trabajó como facilitador de medicina oriental a través del movimiento, es decir facilitador de Chi kung y Tai chi.
Es importante aclarar que el Tai Chi es un arte que preferentemente busca fortalecer y potenciar las técnicas de combate a través del estudio de la energía y el movimiento, siendo considerado uno de los Kung Fu más refinados. Por lo que nuestro trabajo es acotado en lo que respecta a este arte, trabajando solo en el área terapéutica del mismo, que solemos llamar chi kung. Técnica que nos enseña a través de movimientos simples y coordinados con la respiración, a cultivar la energía y la salud a través de técnicas muy antiguas y una mente enfocada.
Podríamos definir el Chi Kung como una gimnasia china, suave, lenta, y armoniosa, que nos permite desarrollar totalmente nuestro potencial con el fin de mantener la salud.
La práctica contempla dos aspectos, uno interno que busca mejorar la respiración mediante ejercicios estáticos o dinámicos, tranquilizando la mente y tonificando la energía corporal con ayuda de una buena oxigenación. Y un aspecto externo, enfocado en la estructura, que busca fortalecernos, manteniendo fuertes y flexibles nuestros músculos y tendones, mejorando la movilidad articular y evitando enfermedades de quienes lo practicamos.
”El Chi Kung es una técnica que se aplica en cualquier tipo de persona, y en China ya desde los años 50, es muy común, ver tratar en hospitales, a los pacientes con este arte”.
Mi llegada a Beit Israel, me ha permitido comprender el envejecimiento como un proceso dinámico e individual donde influyen diversos factores que pueden llegar a acelerar o retardar dicho proceso, manteniendo una mirada abierta y dúctil en cuanto que es lo que se puede trabajar y potenciar en una persona independiente de su edad.
Por esto nuestra práctica está basada en un programa de actividades físico-deportivas que logra adaptarse a las características personales de cada uno de los participantes.
Y a su vez, responde a las expectativas de mantenimiento y/o mejora de la salud, potenciando la integración y enlenteciendo el deterioro físico y cognitivo causado por el paso de los años.
Creo fielmente que mediante la práctica regular de Tai Chi y Chi Kung la persona mayor experimentan cambios significativos; la sensación de bienestar es inmediata al mejorar el equilibrio que se recupera de forma paulatina, las mejora de la circulación, la disminución de dolores y las parestesias asociadas a patologías neuromusculares, la capacidad respiratoria que aumenta de manera gradual, la mejora en el dormir y al desarrollo de la autonomía a través de una mayor sensación de estabilidad provocada por el aumento de fuerza en las extremidades. Paralelo a esto el trabajo físico y por medio de estímulos diversos supone nuevos retos, haciendo que las conexiones neuronales se restablezcan, abriendo la posibilidad de potenciar las capacidades cognitivas del practicante lo que permite centrar mejor sus ideas y recuperando la memoria perdida. Mejorando no solo el cuerpo sino que también la mente y espíritu.
Estoy muy agradecido de la posibilidad de trabajar este arte interno en un lugar como Beit Israel.
El apoyo de cada uno de los responsables del Centro sumado a la buena disposición de cada participante de la práctica, me hace seguir firme en la creencia de que estar sano es una actitud del día a día y que se puede tener buenos resultados aun en los lugares más inesperados.
La salud siempre va de la mano de la voluntad de mantener la buena práctica, la constancia y el trabajo arduo o como decía Lao Tse
«Un camino de mil millas, comienza siempre con un solo paso».