Yigal Palmor: un paso más hacia la paz en medio oriente
Publicado el: 02 / 10 / 2020

Por Gaby Dascal

Todos coincidiremos en que estamos viviendo momentos históricos, de esos que veremos en libros de estudios y que contaremos a generaciones venideras en primera persona… historias fascinantes que espero sean escuchados atentamente, con el mismo entusiasmo con el que hemos sabido escuchar a nuestros abuelos.

Estamos atravesando una pandemia: el mundo se ha revolucionado en términos económicos, sociales, financieros, medioambientales y de salud. Han cambiado las prioridades y los ojos con los que miramos nuestro entorno. El mundo nos sorprende, día a día.

Y de este mismo modo, también suceden cosas maravillosas. Dos nuevos tratados de paz se suman a los firmado con Egipto (1979) y Jordania (1994) e Israel. Baréin y los Emiratos Árabes nos hacen seguir pensando que ¡la paz es posible!

Conversamos con Yigal Palmor, director de Relaciones Internacionales de la Agencia Judía, y ex portavoz de la Cancillería Israelí para entender mejor que implicará este hecho que tanto nos alegra y emociona como judíos de la golá (diáspora) pero que ha traído todo tipo de reacciones, principalmente en la sociedad israelí.

Un avance extraordinario… Israel y los Emiratos Árabes… un hecho histórico. ¿Cómo se vive esto en la población Israeí?

– La verdad es que este hecho se vive de modo variado y no consensual, según las posiciones políticas de unos y otros. Mientras casi toda la población judía acoge positivamente el hecho de normalizar las relaciones entre Israel y los EAU, la opinión árabe en Israel es más dividida, debido a la reacción colérica de la Autoridad Palestina al acuerdo. Muchos Árabes Israelíes lo ven como una oportunidad para la paz, pero varios otros consideran que este acuerdo solo sirve para marginalizar la cuestión palestina. Sin embargo, la opinión de la población judía tampoco es unánime: aunque relaciones oficiales abiertas entre Israel y un país árabe corresponden a las aspiraciones de casi todos, hay quienes se preguntan sobre la manera en la que se ha confeccionado el tratado y el precio político que se pagado. Desde la derecha denuncian la suspensión del proyecto de extender la soberanía política de Israel, es decir anexionar unas partes de Cisjordania (Judea, Samaria y el valle del Jordán). Desde la izquierda denuncian la luz verde dada por Netanyahu a EE.UU. para la venta de aviones de caza F35 a los Emiratos, en contra de la doctrina de la preservación de la superioridad militar israelí en el Medio Oriente. Que Netanyahu niegue tajantemente ambas acusaciones, tanto la de derechas como la de izquierdas, insistiendo en que solo ha concedido “la paz por la paz”, no convence a sus críticos y no contribuye a la serenidad del debate público acerca de la contrapartida a la normalización diplomática.

Se ha hablado de que este acuerdo podría presagiar el fin de la “causa palestina”…¿Crees que realmente sea así? ¿De qué modo este acuerdo podría influir en este sentido?

– De ningún modo se trata de ocultar, ignorar o hacer olvidar al tema palestino, así como lo han confirmado tanto los líderes de los Emiratos como el mismo Presidente estadounidense. Si bien el acuerdo entre Israel y los EAU no ataña a la cuestión palestina, ya que concierne únicamente los lazos entre los signatarios (y de forma indirecta el mediador norteamericano), hay que destacar que el príncipe heredero de los Emiratos, Mohamed bin Zayed, declaró que su objetivo era conseguir la anulación del plan de anexión Israelí en Cisjordania. Mientras tanto, el Presidente Trump reitera que su plan de paz (titulado “De la Paz a La Prosperidad: Une Visión para Mejorar las Vidas de los Pueblos Palestino e Israelí”) sigue siendo en vigor, y sigue reflejando su intención de lograr el “negocio del siglo”, es decir, un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos según los parámetros planteados por este documento. Para intentar salir adelante en los esfuerzos de paz hay que tomar en cuenta la nueva realidad diplomática creada por el plan de la adminis-tración Trump y el acuerdo entre Israel y los Emiratos. Pero al mismo tiempo hay que admitir que estos nuevos factores no hacen más que traducir unos procesos que venían desarro-llándose en la última década, desde la así llamada “primavera árabe”.

¿Aumenta este acuerdo las posibilidades de paz en la región? ¿Cómo ves los próximos cinco años en este aspecto?

– Creo que el acuerdo hace un aporte considerable a la causa de la paz en la región, dando un ejemplo de dialogo político y de intercambio entre sociedades civiles y entre distintos sectores económicos. Es un paso que favorece iniciativas y contactos con objetivo de solucionar conflictos de modo pacífico y racional. Puede servir para instilar más confianza mutua entre israelíes y árabes, y eso puede animarles a otros líderes a romper estereotipos y derrocar barreras, tanto psicológicas como físicas. Pero esto no será automático –el acuerdo con los Emiratos no implica que cualquier otro país le siga el paso. Hará falta desempeñar muchos más esfuerzos diplomáticos para que se repita este éxito.

Durante años, muchos han creído que el único modo que tenía Israel de lograr aceptación como estado judío y finalmente lograr la estabilización de la paz en la región podía estar vinculado con la creación de un Estado Pa-lestino. ¿Cae esta teoría con este acuerdo? ¿Descarta la idea de un Estado Palestino?

– Como acabo de indicar arriba, no se descarta la idea de un estado Palestino, tal y como lo prevé el plan del Presidente Trump, ya que este sigue siendo en vigor. Que los Palestinos lo rechacen y que no acepten ni hablar de ello es otra cosa. Pero la idea sigue “encima de la mesa”. Lo afirman los propios Emiratos y lo confirman los Americanos. ¿Cuáles serán las modalidades de negociación en base del plan “Trump”? ¿Cómo se presentará la involucración eventual de los Emiratos, al lado de la necesaria mediación egipcia y el papel imprescindible de Jordania? Todo eso queda por ver. Pero está claro que el vínculo de todo proceso diplomático con la cuestión Palestina solo ha cambiado de forma, pero no desapareció: mientras todos los países árabes (incluidos Egipto, Jordania, Arabia Saudí y hasta los propios Emiratos) mantengan su apoyo -tal y como lo han venido declarando estas últimas semanas- a la Iniciativa de Paz Árabe de 2002, no se puede considerar que el tema ya no está al orden del día. Eso sí, será abordado en el momento adecuado según los términos creados por la evolución de la situación en Medio Oriente, y no según las líneas vigentes en el pasado, pero hoy obsoletas.

El ministro de Relaciones Exteriores del país árabe, Anwar bin Mohammed Gargasch, lamentó en una entre-vista con el periódico de los Emiratos “The National” la falta de relaciones formales entre ambos países en el pasado… ¿Qué rol ha tenido el ministro en este asunto?

– Dejaré al Ministro para que cuente su rol con sus propias palabras… Yo me voy a contentar con describir las relaciones hasta hoy, puesto que existían ya relaciones -discretas pero bastante amplias- desde los años 90; esto es lo que sirve de base para lo que vivimos hoy. Los primeros contactos empiezan después del Acuerdo de Oslo, firmado en 1993. Israel abre una representación diplomática de intercambio comercial en Qatar y en Omán, pero los Emiratos vacilan en oficializar sus lazos con Israel. Con el principio de la segunda Intifada, en 2001, cierran las representaciones israelíes en Marruecos, Túnez y Omán, según la resolución adoptada por la Liga Árabe. Pero se mantienen en Qatar y Mauritania. Los Emiratos esperan hasta 2005, cuando se finaliza la Intifada, para invitar a Israel a que abra una oficina en Dubái, pero sin que sea identificada como israelí. Los diplomáticos israelíes llevaban pasaporte extranjero (eran todos nacidos fuera de Israel) y nunca se reconoció oficialmente este vínculo con Israel. Sin embargo, ministros israelíes podían acudir a reuniones internacionales en Dubái y Abu Dabi, así como deportistas israelíes a torneos internacionales. Con el asunto Mabhuh, en 2010, cierra la oficina y las relaciones atraviesan una crisis, superada poco después por contactos discretos a alto nivel. En 2015 crea la ONU la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), con sede en Abu Dabi. Desde entonces Israel mantiene un representante diplomático oficial en esta ciudad, acreditado ante la IRENA. Este enviado ha podido tener contactos con autoridades emira-tíes. Pero como lo ha dicho el Ministro Gargasch, todo esto quedó en el área informal, o semi-formal. Hoy, con el esta-blecimiento de relaciones normales y formales, vamos a poder continuar nuestro trabajo común de modo abierto y aún más productivo.

¿Quiénes se convierten en los nuevos jugadores ante este nuevo escenario? ¿Qué lugar ocupa Irán? País que manifestó abiertamente su descontento por el acuerdo ¿O Turquía? Que también siguió la línea del descontento.

– Estaba claro que los países que más han optado por la desestabilización y el conflicto, Irán y Turquía (cada uno por su lado), no iban a apoyar el acercamiento de Israel a cualquier país árabe. Pero la política conflictiva y belicosa de esto países esta abocada al fracaso. Fomentar la violencia y la confrontación no les va a servir para nada, porque la región cambia, cambian las ideas y las aspiraciones, cambian las alianzas y los dogmas, caen las ideas recibidas. El desarrollo, en países que quieren invertir en ello, en la innovación y en el progreso, acabará con los afanes de dominación regional y de intimidación que emanan de los líderes de Teherán y de Ankara, cada uno con su proyecto de animosidad y de hostilidad a su entorno geopolítico. Estos regímenes pertenecen al pasado.

Ante este panorama, se ha vuelto a hablar de la política que tendrá Israel en torno a la anexión de los territorios en conflicto… ¿Cómo seguirá este tema? ¿Cuánto ha tenido que ver esto con el acuerdo?

– En la declaración trilateral, firmada por Israel, EE.UU. y los EAU, se menciona claramente que la anexión queda suspendida. Netanyahu prometió en unas declaraciones a la prensa que no ha renunciado al proyecto. Quizá tiene la intención de discutirlo en el futuro con el Presidente Americano, ya sea Trump o Biden. Esta admitido por todos que esto no podrá nunca aplicarse sin el beneplácito de la Casa Blanca. Pero por ahora también queda admitido que se ha descartado la idea, como lo ha indicado rotundamente Trump en su rueda de prensa.